El Cine Club Simón I. Patiño ha programado tres películas del cineasta iraní Abbas Kiarostami (1940-2016) para homenajear a los niños en su mes.

“Los niños de Kiarostami” es el título del ciclo que arrancará hoy, a las 19:00, con el filme “¿Dónde está la casa de mi amigo?” (1987), en el centro cultural de la calle Potosí No 1450, casi Portales.

El ciclo seguirá mañana con “Y la vida continúa...” (1992) y concluirá este viernes 28, con “10” (2002), en ambos casos también a las 19:00. El ingreso a todas las funciones es de cinco bolivianos.

A decir de Alba Balderrama, coordinadora cultural del Centro Patiño y programadora de su Cine Club, la de los niños errantes (que se mueven de un lado a otro) ha sido una seña distintiva del cine iraní. “Muchos estudiosos del fenómeno del cine iraní explicaron que la presencia de niños en las películas tenía que ver con la censura del Estado a partir de la Revolución de 1979”, señala Balderrama.

No obstante, la figura de los niños errantes en el cine iraní alude también los “niños sabios”, asociados a la tradición literaria persa y al imaginario colectivo iraní, que ha promovido la aparición de un nuevo y moderno mito. Estos niños errantes alcanzan una de sus formas más acabadas en el cine de Kiarostami, afirma la también productora.

FILME Según la sinopsis disponible en la web especializada Filmaffinity, “¿Dónde está la casa de mi amigo?” tiene como escenario de partida la escuela del pueblo de Koker, al norte de Irán, donde Mohamed, un niño estudiante de primaria, no ha hecho los ejercicios en el cuaderno, y el profesor le amenaza con expulsarle de la escuela si vuelve a repetir la misma falta. Esa misma tarde, su compañero Ahmed toma por equivocación el cuaderno de Mohamed; cuando se da cuenta, decide ir a buscar la casa de su amigo para devolvérselo.

La programadora del ciclo recuerda que “¿Dónde está la casa de mi amigo?’... es la primera parte de la denominada Trilogía de Koker o Trilogía del terremoto”. Esos apelativos se deben a que Kiarostami filmó “¿Dónde está la casa de mi amigo?”, “Y la vida continúa…” y “A través de los olivos” en el pequeño pueblo iraní de Koker, donde en 1990 hubo un devastador terremoto. “El terremoto funciona como una metáfora de la desaparición de una estructura social y política antigua”, señala Balderrama.

A su vez, el periodista y crítico Santiago Espinoza recuerda que la trilogía parte de una inocente película, de estilo neorrealista, sobre un niño decidido a encontrar la casa de su amigo para devolverle su cuaderno y, con ello, evitarle su expulsión de la escuela. “Pero, entonces, la realidad se atraviesa: un terremoto devasta el norte de Irán y eso moviliza al cineasta, que sobre su anterior filme levanta otro... La reacción del creador ante una tragedia real es ejemplar: ofrenda la generosidad de su arte para homenajear a las víctimas del terremoto, pero sin renunciar a la pulsión por rendir homenaje al propio acto creativo”, dice Espinoza.