Comunidad Terapéutica del San Juan de Dios ofrece plan de rehabilitación
El ingreso a la enfermedad de la adicción a las drogas es lo mas fácil. La salida es bastante difícil. Las personas con problemas de dependencia tienen que cuidarse toda la vida, asegura la psicóloga de la Comunidad Terapéutica del Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios de Cochabamba, Elba Tames.
La adicción a las drogas es una enfermedad, no un vicio que se pueda controlar. Esos pacientes requieren tratamiento y apoyo de su familia, para contribuir a su recuperación.
En Bolivia hay centros con distintos modelos y enfoques cristianos. El Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios es católico, pero respeta las religiones que puedan tener los pacientes.
CAUSAS
Según Tames, algunas personas ingresan al consumo de sustancias prohibidas a causa de alteraciones emocionales, trastornos de depresión y tristeza. Otros caen en el consumo de drogas por pérdidas relacionadas con parejas o problemas económicos. Una estructura de personalidad vulnerable fácilmente se torna melancólica. Entre las causas extrapersonales, también se puede empezar a consumir sustancias y caer en adicciones por presión social, por el contexto laboral y hasta por los partidos de fútbol y otros deportes.
Hay personas que practican sanamente el deporte, pero hay otros grupos que inducen al consumo de bebidas y de otras drogas. Según Tames, el consumo de sustancias se ha incrementando en Cochabamba.
Las personas que desean superar su adicción encuentran una alternativa en la Comunidad Terapéutica del Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios.
Se trata de un marco terapéutico estructurado destinado al crecimiento personal social y espiritual para personas que consumen sustancias psicoactivas. Se les da la oportunidad generar cambios con el fin de que tengan un estilo de vida diferente.
ETAPAS
La Comunidad Terapéutica es un lugar organizado en el que todos contribuyen al logro de metas para crear una organización social con condiciones curativas.
El equipo multidisciplinario, integrado por médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, psicólogos y operadores brinda atención a los adictos.
En una primera etapa, llegan pacientes en estado de intoxicación, con abstinencia o con problemas más graves. El diagnóstico es multidisciplinario y, si hace falta, transdisciplinario, pues se acude a otros expertos. En la segunda etapa de tratamiento de la dependencia, se plantean metas para cada paciente y eligen las técnicas más adecuadas, involucrando a la familia.
El tratamiento de la dependencia tiene las siguientes subfases:
a) Precomunidad, que tiene una duración de 15 días.
b) Comunidad. Dura dos meses e involucra actividades internas dentro de la comunidad organizada.
c) En el tratamiento de hospital parcial, el paciente es atendido por la noche. El objetivo de esta fase es la reinserción familiar, laboral y social en su comunidad.
La tercera etapa es de seguimiento. El paciente se reinserta en la familia y el trabajo. Se hace seguimiento a través de terapias grupales o individuales en consulta externa.
Las terapias grupales son dirigidas por los doctores Ludwig Camacho y Katia Butrón, los días jueves. Los miércoles, se realiza la terapia familiar, a cargo de Irma Lozano.
Las terapias psicológicas se centran en la estructura de personalidad. Con el consumo de sustancias, los pacientes presentan alteraciones internas y externas en su rol social. Tames explica que para ello se aplican instrumentos como la entrevista, las evaluaciones de aspectos intelectuales, emocionales, orgánicos y, principalmente, de personalidad para trabajar en rehabilitación.
El tratamiento dura tres meses. La meta es que los pacientes dejen de consumir y entren a un estado de abstinencia total. “Los riesgos de recaída son altos, por lo que también se valora la reducción que puedan hacer con respecto al consumo y el cambio de vida que logren. Se trata de orientar al paciente para que asista al centro más continuamente”, dice la psicóloga.
Hoy los jóvenes no solo consumen alcohol, sino múltiples sustancias y el programa de Comunidad Terapéutica es para mayores de 18 años. Excepcionalmente, se interna a adolecentes menores, en caso de urgencia.
PASOS
Cuando un paciente llega a información, da los datos necesarios para sacar una ficha y consultar con psiquiatría o psicología, dependiendo del caso. Tras la consulta, el médico permite la internación, si es que la persona quiere hacerlo voluntariamente. “Es un avance que la persona quiera rehabilitarse”, destaca Tames. Luego se le informa sobre el programa de Comunidad Terapéutica, que es semiabierto. Una vez que ingresa a la unidad y si ha estado en abstinencia de una a tres semanas, está en disposición de recibir tratamiento.
Enfermería ubica al paciente y las 24 horas está en observación. El interno cumple actividades de aprendizaje y recreativas.
Se levanta a una hora determinada, participa de terapias grupales e individuales, así como de actividades de responsabilidad. La capacidad de atención es para 24 personas y, en las últimas semanas, había unas 17 personas de distintas edades.
El grupo mixto y dinamiza y contribuye a la recuperación. En los talleres terapéuticos, que se realizan dos veces a la semana, se tocan temas como la prevención del enojo y la agresión, el manejo de las relaciones interpersonales y de la ansiedad. Se practican técnicas de relajación y de respiración profunda. Los talleres son participativos, para tomar conciencia de cómo manejar el estado emocional, el enojo y la agresión. “Es fundamental que establezcan buenas relaciones interpersonales y tengan buena adaptación social”, subraya la psicóloga.
La Comunidad Terapéutica involucra a las familias en las terapias. Generalmente, con tantos problemas de la persona adicta, la familia está cansada. “Al momento del alta les damos a conocer que, en cualquier caso de emergencia o recaída, tienen que volver a la consulta. La rehabilitación no es fácil”, dice Tames. El Instituto recibe a pacientes del departamento, así como de Potosí, Oruro y Santa Cruz.
Se prepara a los participantes para superar situaciones de alto riesgo. “Hemos tenido personas que salen del programa y se han mantenido ‘limpias’ un tiempo de 6 a 10 años”, añade la psicóloga.
Tras alguna recaída, los pacientes vuelven a la institución. Como conocen el programa, pueden internarse por un tiempo corto.
Otros acuden a terapia una hora a la semana. Para el seguimiento, se recomienda a los pacientes que asistan a centros de Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos, con el fin de que mantengan la abstinencia total y fortalezcan su voluntad.
A las personas que ya fueron internadas y que, por factores intrapersonales o interpersonales, son vulnerables a una recaída se les prepara para superar el alto riesgo.
SEGUIMIENTO
Se ha tenido personas que una vez que salen del programa se mantuvieron 5 a 10 años sin recaída y otros recaen después de pocos meses. Ellos vuelven a la institución. Como ya conocen el programa, “pueden asistir a consulta externa e internarse hasta retomar las capacidades yoicas que les permitan tomar conciencia de la situación en que se encuentran y luego reintegrarse al trabajo”, señala Tames.
El Instituto San Juan de Dios fue fundado en 1930 con el nombre de Clínica de los Remedios. Era un lugar para personas con consumo de sustancias, con problemas emocionales y otros.
En 1990, la orden hospitalaria de San Juan de Dios inicia el programa para personas con problemas de adicción a diferentes sustancias.
En 1991, el programa se estructura para la atención eficaz y eficiente de pacientes que dependen de sustancias psicotrópicas.