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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 11:57



Todo va bien

Una crítica de la película de Jen-Luc Godard y Jeasn Pierre Gorin, que se proyectará el próximo lunes 28 de mayo, a las 19:00, en la Alianza Francesa, como parte del ciclo de cine “A 50 años de Mayo del 68. Re-Presentaciones”. El ingreso será libre.
Todo va bien



El Mayo de 1968 fue uno de los momentos más representativos del siglo pasado. Por primera vez en la historia fueron universitarios quienes protagonizaron la revolución, a diferencia de movimientos pasadas que fueron dirigidos por el sector obrero. Los estudiantes salieron a las calles y pidieron a los partidos de izquierda y sindicatos que se les unieran en la lucha contra los modelos de la Modernidad. La población estudiantil protestó contra el imperialismo yanqui como contra la crueldad del estalinismo. Intentaba mantener una posición crítica frente a los dos bloques de la Guerra Fría.

En poco tiempo cientos de trabajadores de fábricas se sumaron al cierre de las facultades, enfrentamientos con la Policía y a las manifestaciones. Sin embargo, el sector obrero tenía otros intereses de por medio. El Gobierno de Pompidou firmó, en el mismo mes, los Acuerdos de Grenelle. A través de ellos se incrementó el salario mínimo un 35 por ciento, los salarios medios en un 12 por ciento y llegaron a un consenso sobre la semana laboral de 40 horas.

Con el abandono del movimiento productor, la llama de la revolución desapareció inclusive más rápido de lo que surgió.

Metacine

Un recurso bastante utilizado por Godard es el metacine. Precisamente, Tout va bien comienza con el cuestionamiento sobre qué cosas son necesarias para un filme. Dinero para pagar un equipo técnico profesional, actores como Yves Montand y Jane Fonda, quienes interpretan a un cineasta publicitario y a una corresponsal americana, y una historia con un contexto (Francia durante modernismo del siglo XX), un conflicto (el fracaso del Mayo del 68) y una sociedad conformada por distintas clases sociales (obreros, burgueses, etc.).

El relato se desenvuelve en una fábrica de salchichas donde los protagonistas (Montand y Fonda) presencian una huelga de los trabajadores, quienes retienen al director de la empresa para negociar mejores condiciones laborales. El espacio fílmico de la fábrica se asemeja al de un teatro. En él se muestran distintas situaciones simultáneas donde el hilo conductor de la narración es el movimiento travelling horizontal de la cámara.

A lo largo de la primera hora de la cinta, distintos personajes rompen la cuarta pared y la ley de los tercios para dar un discurso sobre la situación postrevolución. Con toques satíricos, Godard y Gorin retratan al empresario explicando por qué él cree que las cosas “están bien” debido al crecimiento económico y la superación de ideologías del siglo XIX (refiriéndose al Marxismo); el líder sindical, quien no reconoce el Mayo parisino como un fracaso, argumenta que las cosas podrían ser mejor con una redistribución equitativa que exige negociaciones colectivas. Por último, el grupo de base tiene la esperanza de que su reclamo haga eco y vuelva a encender la llama de la revolución. Sin embargo, su clamor se acalla fácilmente por lo aislado que se encuentra.

Toda esta primera parte, los cineastas franceses sientan las bases de su estructura y presentan los elementos narrativos de su relato. Sin embargo, recién en la segunda sección de la película, el lenguaje cinematográfico es utilizado en su máxima expresión para contar la crisis de los protagonistas, quienes hasta ese momento solo cumplieron el rol de testigos.

El cineasta que comenzó como guionista de la Nueva Ola, ahora trabaja elaborando spots publicitarios para hojas de afeitar. Su esposa, la reportera americana, buscaba cubrir historias diferentes a las que le asignaban su agencia. No obstante, ahora que vivió de cerca el tipo de acontecimiento que quería, no encuentra la forma de poder contarla. Los dos experimentan una depresión silenciosa que se manifiesta con ímpetu tras la huelga de la fábrica. Tanto él como ella añoran aquel Mayo del 68 en el que se conocieron. Ambos extrañan luchar por sus ideales y no encuentran la forma de volver a ellos. Los protagonistas de Tout va bien viven los inicios de la posmodernidad.

Periodista - [email protected]