Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 23:43

EL ARTE QUE VISTE. LA RIQUEZA DE LA CULTURA BOLIVIANA OFRECE UN UNIVERSO DE POSIBILIDADES PARA UNA RECONOCIDA DISEÑADORA, ENAMORADA DEL CARNAVAL Y LA TIERRA ORUREÑA QUE LA ACOGIÓ DURANTE MUCHOS AÑOS.

Mónica Siles Diseños e historias

Mónica Siles Diseños e historias



MODA CON ESPÍRITU FESTIVO

GLAMOUR Y FOLCLORE

Carnaval es la fiesta del goce de todos los sentidos y los ojos disfrutan de un espectáculo aparte, el cual está dominado por la exótica indumentaria de sus protagonistas.

La ropa también puede ser arte, cultura e historia, que está escrita sobre “pergaminos” de tela, con bordados y pedrería como tinta, contadas por gente sensible al arte, gente como Mónica Siles Toro.

Esta diseñadora boliviana, galardonada con numerosos premios y reconocimientos, se encuentra ultimando los detalles de los trajes que usarán varias de las fraternidades más importantes del Carnaval orureño y algunas de las mujeres más bellas del país, entre reinas y presentadoras de televisión.

“Un minucioso trabajo de bordado y pedrería, con diseños elegantes, en los que el elemento folclórico va de la mano con el glamour”, es como describe Siles esta colección, a la que ha dedicado tanta dedicación como cariño, algo que ha aprendido a hacer tras años de lecciones y logros.

Mónica Siles, nacida en Chuquisaca, es la primera hija de María del Carmen Toro y Carlos Siles, pasó sus primeros años de escuela en la ciudad de La Paz, a excepción de dos de ellos, en los que toda la familia se mudó a Santiago de Chile para acompañar a su papá, médico otorrinolaringólogo, mientras realizaba su especialización.

“Regresamos a La Paz, y allá concluí intermedio, lo que ahora es la última parte del ciclo primario”, aclara, consciente de ese apego común al anterior sistema educativo.

De vuelta en su natal Sucre, Mónica culminó la secundaria en el colegio “Santa Ana”, manteniendo altas calificaciones. Desde muy pequeña sintió afición por transformar la ropa, pero confiesa que quería estudiar medicina, eso hasta entrar a un quirófano con su padre.

“Me desmayé al ver la sangre, salí con la certeza que nunca más quería ver eso”, cuenta entre risas.

El cambio de planes la llevó a inscribirse en la carrera de Economía, en la Universidad de San Francisco Xavier; pero una beca la llevaría a una tierra muy lejana. “Opté por estudiar idiomas en la ex Unión Soviética”, cuenta. Sola y lejos de casa experimentó momentos difíciles tratando de adaptarse al contexto noreuropeo, donde pasaba ocho horas diarias aprendiendo la lengua rusa.

Después de tres años en Tiflis, República de Georgia, Mónica regresó a Bolivia con el anuncio de que quería casarse.

“Mis papás no estaban muy de acuer- do, yo era muy joven todavía”, explica.

Al contrario de enojarse o rebelarse ante la autoridad maternal y paternal, Mónica evaluó la situación y se dio cuenta de que había cierta sabiduría en los consejos de su familia y como aún anhelaba cumplir un sueño.

“Les planteé dos opciones”, cuenta con picardía, “o casarme o estudiar Diseño de Modas en Chile”.

La estrategia resultó exitosa y Mónica cambió un vestido de novia por una vida de trajes que le traerían, después de mucho esfuerzo, independencia económica y satisfacciones personales. Tras dos años de estudio en Chile, la joven regresó a Sucre y a los pocos meses, contrajo matrimonio y se mudó, con su esposo, a Oruro, ciudad que no conocía hasta entonces, y de la cual, como expresa ella misma, “se enamoró”.

Contagiada por la energía de los carnavales orureños, Mónica descubrió su mayor talento: contar historias a través de la ropa. “Una blusa blanca no me dice nada, yo quiero tomar materia prima y transformarla, darle valor agregado y transmitir mensajes”, afirma la diseñadora.

Estudiar Comunicación Social en la Universidad Técnica de Oruro fortaleció sus conocimientos en lenguaje de la imagen y tratamiento de la información que quería compartir con su ropa.

La confianza que depositaron en ella sus primeros clientes es algo que Mónica agradece constantemente, ya que le permitieron subir en su carrera profesional, aunque lamentablemente su matrimonio comenzaba a deteriorarse. “El divorcio me trajo momentos duros, aquí en Oruro, porque no tenía a nadie”, cuenta. Pero, como ella bien señala, “alguien guiaba sus pasos”. “Dios puso en mi vida a Óscar”, indica sobre Óscar Leyton, su actual esposo

y compañero.

El apoyo que él le brindó durante todos sus años juntos fue crucial para su realización profesional. “Él es ingeniero mecánico, nada más lejano a lo que yo hago, pero me ayuda en todo lo que puede, se ocupa de la logística, hasta ordena mis carpetas. No tenía ese apoyo en mi primera relación. Cuando una mujer surge es en gran parte porque tiene apoyo de su pareja”, reflexiona la talentosa creadora, para quien no hay pausa.

A pesar de lo demandante del diseño, Mónica no descuida su otra pasión: la comunicación. Además de publicar una revista de moda, la primera de su tipo en Oruro, “Monika Altamoda”, escribe una columna semanal en el periódico La Patria y regularmente aparece en televisión.

¿Cansada? Ni un poco, afirma, ama lo que hace y quiere que todas las personas que trabajan con ella se sientan así, satisfechas con su labor y con la forma en la que diseñan sus vidas.