Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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BELLEZA EN FLOR. TESTIMONIO DE BIODIVERSIDAD Y PASIONES EN BOLIVIA.

Orquídeas bolivianas Belleza y variedad

Orquídeas bolivianas Belleza y variedad



Insectos en posición de apareamiento, texturas para atraer al polinizador específico, formas extrañas para ahuyentar a los 

visitantes no deseados o adquirir la forma de un depredador, son sólo algunos de los mecanismos que las orquídeas han desarrollado en el tiempo como medios de adaptación y dominio de su hábitat.

Con incontables variedades, géneros, tribus, tipos y subtipos, las orquídeas son el género más diverso y extendido del reino vegetal. Se dice que existen en casi todo el planeta, con las excepciones de Alaska y los Polos, sin embargo, esta información, así como la clasificación oficial de las mismas, está siempre en continuo movimiento debido a los constantes hallazgos, descubrimientos y registros.

ORQUÍDEAS NATIVAS

En Bolivia existen especies nativas, algunas con características endémicas, híbridos y variedades que se importan periódicamente. De hábitos aéreos, otras con hábitos rupícolas, y las menos conocidas, de hábitos terrestres, las orquídeas bolivianas habitan una extensa zona que se inicia en las cabeceras de los valles que descienden de los andes, hasta llegar a los bosques húmedos y secos de las extensas planicies de los llanos.

Algunas diminutas como la cabeza de un alfiler y otras compitiendo por el tamaño más grande en toda Latinoamérica, las orquídeas bolivianas son el testimonio de la riqueza en biodiversidad que el país ostenta, tanto que el Municipio de Concepción de la chiquitanía fue declarado santuario natural de la orquídea a principios del Siglo XXI, siendo la Cattleya Nobilior el símbolo de esta maravilla natural el emblema.

Si bien las orquídeas no forman parte en sí de un imaginario popular que define a las flores como medios para conectar lo mundano con lo espiritual, es importante entender que éstas son más bien objeto de una botánica militante que se basa en su conservación y cultivo como una extensión de una cultura consciente y partícipe que pretende más respeto con el planeta, ya sea a través de huertos urbanos, campañas de reforestación o simplemente a través del cuidado de una planta que expresa la vitalidad y belleza de la naturaleza.

Y es que en honor a la verdad, las orquídeas develan un aspecto más social de la biodiversidad, toda vez que el acceso a las mismas involucra sistemas de manejo y explotación que se encuentran emparentados al difícil tema de los bancos de germoplasma, la madera, la realidad de los bosques y los grupos culturales que se circunscriben a ellos.

En un principio de su historia vinculada a la de los seres humanos, las orquídeas han estado asociadas a círculos sociales “cultos”, pero que con el tiempo, se han hecho más presentes en distintos ámbitos sociales, por lo que ellas expresan hoy por hoy, un conjunto de pasiones diversas, que van desde la búsqueda del conocimiento hasta la simple voluntad de la observación por gusto.

Esto ha permitido desempañar un velo que las vinculaba con mucho conocimiento para su cuidado, haciéndolas más democráticas y reales, silvestres, luchadoras y guerreras

silenciosas del bosque, así como los bolivianos y bolivianas mismas que asumen respeto por la tierra y la naturaleza, empezando a conocer

un poco más de estas maravillosas expresiones de la biodiversidad boliviana y asumiendo posición por la vida.

Características

Una flor típica de orquídea presenta tres sépalos, un dorsal y dos laterales y tres pétalos, uno de los cuales se encuentran modificado.

Las semillas de las orquídeas son pequeñas y livianas, fácilmente transportables por la más leve brisa. Pueden ser tan pequeñas que en un gramo de ellas se han contado, al microscopio, más de tres millones de semillas. Con esta profusión de semillas se podría pensar que nuestro planeta debería estar sobrepoblado de orquídeas.

Pero esto no ocurre por dos obstáculos: el primero es la extremada especialización que han desarrollado estas plantas para ser fecundadas, muchas de ellas necesitan recurrir a ingeniosos artificios para lograr una polinización cruzadas que ocurre con la ayuda de un determinado insecto.

El segundo, las semillas no almacenan los elementos nutritivos necesarios para su crecimiento, por lo que necesitan caer sobre un hongo llamado Mycorriza, que les proprociona el alimento para su desarrollo inicial. Aquéllas que no encuentran el hongo específico, perecen.