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OCTUBRE, EL MES MORADO

Las devotas del Señor de los Milagros

Las devotas del Señor de los Milagros



Fe y amor. La historia del Cristo de Pachacamilla surgió luego de un gran terremoto en Lima (Perú), cuando la fe de sus fieles se fue incrementando y expandiéndose por el mundo.

El cielo se torna color morado, todos los octubres de nuestra vida.

Este mes el paisaje cotidiano de la ciudad y en particular de los habitantes que viven en ella se apropian de diversos colores, colores alegres y primaverales; pero, como ya es costumbre cada año un grupo de personas que abrazan el misterio sagrado de la devoción absoluta al Señor de los Milagros y lo demuestran en su vestimenta.

Esta devoción ha logrado establecer en la colectividad que octubre sea el “mes morado”. Un periodo que permite que los devotos se reúnan a profesar su fe en una bella procesión encarnada en un conjunto de hábitos del representativo color, sin importar estratos sociales.

La devoción a este Señor proviene del Perú y la Compañía de Jesús es la iglesia que congrega al mayor número de sus fieles. Su fiesta central se celebró el pasado 18 de octubre pero la congregación finalizará sus actividades este 28 de octubre con una solemne procesión.

historia y tradición

El Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores son algunos de los nombres que sus fieles le han puesto a la misma advocación.

Se trata de una imagen del Señor Jesús que fue pintada en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor del Santuario de Las Nazarenas de Lima (Perú). La historia comienza a mediados del siglo XVII los negros de Angola formaron la cofradía de Pachacamilla y levantaron una edificación en donde uno de ellos pintó en la pared la preciosa imagen de Cristo.

El 13 de noviembre de 1655 un fuerte terremoto sacudió a Lima y Callao haciendo caer muchos edificios y causando miles de muertos. Todas las paredes de la Cofradía de los angoleños se cayeron, pero el muro de adobe con la imagen del Cristo permaneció en pie perfectamente, lo que fue considerado un verdadero milagro. Este fue el motivo para que posteriormente se edifique un pequeño templo.

Discreto y provisional debió ser el templo en sus inicios. El terremoto de 1746 afectó todo salvo la imagen del Señor de los Milagros, las autoridades se encargaron de velar por la reconstrucción del país pero no alcanzó al Templo de las Nazarenas.

Veinte años más tarde el Virrey D. Manuel Amat y Junient impulsó la obra. Primero, solicitando limosnas, luego examinando planos y velando porque el templo quede a la perfección, para el Patrón de la ciudad. El 20 de enero de 1771, en solemne acto, se le daba al Señor de los Milagros, un templo digno.

Este hecho prodigioso fue el que dio comienzo al culto popular al Señor de los Milagros, propagándose rápidamente entre la feligresía local. Es así como cada año fue aumentando la fe en el Señor de los Milagros y congrega a millones de personas de diferentes partes del mundo.

Penitencia, fe y agradecimiento

Solo en el mes de octubre se los puede ver: a ellas con sus hábitos morados, cordeles en la cintura y un escapulario, que en la congregación se lo conoce como “detente”, mientras ellos van con camisa lila y con los mismos escapularios. Todos coinciden en su fe y gratitud por Cristo, ya sea por haberlos curado de graves enfermedades o sacado de situaciones difíciles.

Para estos fieles vestir de morado no es simplemente el símbolo de identificación con su credo, sino es una forma de expresar sus sentimientos, ya que de acuerdo a la Iglesia católica este color significa reflexión, moderación y equilibrio entre pasión e inteligencia, amor y sabiduría.

Las personas que asumen la decisión de ser devoto deben tomar en cuenta que a partir de ese momento están cumpliendo penitencia.

Elsa vda. de Maldonado, actual presidenta y representante de esta congregación de la Compañía de Jesús, manifiesta... “nosotros hacemos una promesa al Señor por diversos motivos, entre ellos de salud o trabajo. Este es el motivo por el cual pedimos usar el hábito. Al estar vistiendo de esta manera nosotros no podemos asistir a ninguna fiesta, reunión y otros similares; puesto que estamos en recogimiento”.

De acuerdo a la Iglesia católica los trajes de color morado no solo señalan la presencia de la imponente imagen del Señor de los Milagros, sino también se utiliza en la Cuaresma y en el Adviento, épocas de preparación y penitencia, por la pasión, crucifixión y resurrección de Jesucristo.

¿cuándo se empezó a utilizar el morado?

De acuerdo a los cronistas de la época existía una mujer llamada Antonia Maldonado, original de Guayaquil, que se fue a vivir al Perú y se instaló en el Callao. A la edad de 20 años fue obligada por su madre a casarse con el noble Alonso Quintanilla, matrimonio que -según dicen- nunca llegó a consumarse por el enorme espíritu de servicio hacia Cristo que ella guardaba.

Por esas cosas del destino, Alonso fue atacado por una extraña enfermedad y murió repentinamente dejando viuda a doña Antonia, circunstancia que le permitió dedicarse de lleno a lo que era su verdadera vocación: servir a Cristo.

Esta es una de las razones por las que funda un beaterio de Nazarenas cuyo hábito era de color morado.

Debido a la intromisión del capitán Francisco Serrano Carrillo de Albornoz, que impuso a una joven conocida suya como directora del beaterio, debido a las donaciones que él realizaba,

doña Antonia inició posteriormente el beaterio de Montserrat denominado también Instituto Nazareno.

Desafortunadamente solo funcionó 17 años, pues las autoridades intervinieron el lugar al verificar y comprobar

que no tenía la licencia real requerida, motivo por el cual fue cerrado y luego demolido.

Finalmente se le ofreció una pequeño solar al lado de la Capilla del Cristo de Pachacamilla y, desde ese instante, su destino y el de sus beatas fue cuidar al Cristo Moreno, siempre ataviadas con el hábito morado que usaban las nazarenas.

Promesas de fe

Hace 10 años, Albina Terán de Montaño, vivió en carne propia un drama familiar y acudió a una prima en busca de ayuda; ella le sugirió que hiciera una promesa al Señor de los Milagros.

La hizo llena de fe y devoción y su problema se disolvió como un milagro. Con testimonios similares al de Albina, cientos de mujeres vestidas de morado con un cíngulo blanco, y hombres con escarapelas sobre el pecho, caminan por las calles de la ciudad cargados de devoción, agradecimiento y penitencia.

Desde tiempos inmemoriales las damas utilizaban un mismo tipo de hábito, largo por debajo de las rodillas, holgado, aunque recientemente algunas devotas utilizan incluso pantalones y blusas.

La vestimenta exige un cíngulo, que es un cordel blanco atado a la cintura, que simboliza la castidad que deben guardar y también recuerda el látigo con el que flagelaron a Jesús. Los nudos tienen diferentes significados para las fieles, en algunos casos representan los años de servicio en dicha congregación o también implica el cumplimiento de una promesa por los ruegos escuchados.

En el pecho llevan un “detente” con la imagen del Señor de los Milagros, que las protege de todo mal.

El varón al igual que la mujer viste de manera especial durante este mes, pantalón negro, camisa lila, cíngulo blanco a la cintura y el “detente” en el pecho.

solemne CELEBRACIÓN 

La fiesta central de este Señor de los Milagros a nivel internacional es el 18 de octubre. Ese día se realizó una procesión y una misa en la capilla del parque Mariscal Santa Cruz.

Para culminar con esta fiesta religiosa, los fieles participarán de una gran procesión este martes 28 a las 19:00, la misma que partirá de la Compañía de Jesús 18:30; antes se realizará una misa.

La procesión partirá de la puerta del templo con dirección a la avenida Heroínas, posteriormente doblará por la avenida Ayacucho y seguirá recto hasta la calle General Achá; después ingresarán en contra flecha para retornar la imagen del Señor a la Iglesia.

Toda esta marea morada terminará este 31 de octubre; pero nuevamente al año, el primero de octubre despertarán las damas de lila, ataviadas con su indumentaria de penitencia, para rendirse ante los pies del Santo Moreno o el Señor de los Milagros.