Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 13:26

Caminos de vida y ritmos de la Comunidad Pusisuyu

El disco de música autóctona Kusirikunapaj será presentado este jueves 26, en el auditorio del CESU (calle Calama entre Esteban Arze y Nataniel Aguirre), a las 19:00.
Caminos de vida y ritmos de la Comunidad Pusisuyu



El próximo 26 de octubre, en el auditorio de CESU, en el momento de transición del tiempo seco a la época de lluvias, la Comunidad Pusisuyu presentará una nueva producción musical denominada Kusirikunapaj, que compila y recrea expresiones musicales de más de treinta años de acompañar a las comunidades andinas y de los valles en los ciclos de vida, de la cuak indudablemente la música es parte esencial. Pero la música no es un elemento decorativo de territorios agrestes y difíciles; es, por el contrario, la conjunción de sentimientos y diálogos ciertamente con el mundo humano, la naturaleza y los apus –deidades- protectores.

El título del disco Kusirikunapaj, de por sí es sugerente, en tiempos de incertidumbre, busca encontrar espacios y resquicios en la construcción de ámbitos de comunidad en espacios urbanos, en los que la individualización parece ser la tendencia antes que la convivencia en comunidad.

La historia de la Comunidad Pusisuyu es como toda historia, tiene sus propias construcciones y entendimientos. Parafraseando al gran Gabo, quien nos decía que la vida no es la que uno vivió –vivieron los miembros de Pusisuyu–, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Y es ciertamente cómo se recrea la historia de Pusisuyu un grupo singular, se puede contar tantas historias como personas estuvieron en el entorno hoy como ayer. Pues se trataba ayer como hoy, de una comunidad imaginada y vivida en sintonía con las pulsaciones mayores.

Lo cierto es que, en los años ochenta, la magia de las montañas y cerros de la región étnica nortepotosina vieron nacer al grupo Ayllu; el mismo emerge con la energía de los wayqhus del jatun mayu, que luego se denominó Comunidad Pusisuyu.

En esta primera época la ejecución de jula julas e instrumento propios para la interpretación del huayño nortepotosino hasta su llegada al tinku, en espacios urbanos era todo un desafío. Sin duda, un primer escenario fue la Universidad Mayor de San Simón, donde sus miembros estudiaban agronomía. Es así que en esa época obtuvieron el primer lugar en el festival de música autóctona organizada la casa superior.

Posteriormente y en los caminos de la consolidación, fue en la Facultad de Ciencias Agrícolas y Pecuarias donde se incorporaron nuevos integrantes que tenían sus miradas más allá de la academia. Es así que se inicia estudios etno musicales en torno a la música autóctona y se intensifica la presentación de la Comunidad Pusisuyu en diferentes escenarios, de barrios y de la misma academia.

En este contexto y por iniciativa de sus miembros se realizaron viajes a las diferentes provincias de los diferentes departamentos, el mismo permitió recopilar música autóctona que luego era recreada en los espacios urbanos. Es así que sus miembros poco a poco se incorporaron a desentrañar los saberes y prácticas en torno a la música, como expresiones largamente cultivadas y criadas por los campesinos.

Así nos ayudaron a conocer que las jula julas Norte Potosí eran ejecutadas en San Pedro de Buena Vista, Acasio, Sacaca y los pinquillos allá en un vallecito en Santiago. Temples de charangos, en el Norte Potosí.

Mientras que los suri sicuris eran el sello de identidad de Tapacarí, luego se adentraron a las faldas del tata Tunari, donde se podía oír los pífanos y lechewayus en Morochata y, los sikus, en Raqaypampa, en las alturas del valle de Mizque. Pero también que las choquelas provenían de territorios más lejanos como de los de Omasuyos, los khantus de la provincia Bautista Saavedra y finalmente los italaques de la provincia Camacho (departamento de La Paz). Pero este encuentro con música e instrumentos era muy diverso, no parecía terminar, pues allá el altiplano orureño, las tarkas sonaban y alegraban al Poopó.

Estos andares por diferentes ecosistemas contribuyeron en la elaboración de un mosaico de ritmos, instrumentos y música autóctona de la región andina de Oruro, La Paz, Cochabamba y Potosí, que ciertamente iba a contracorriente de los propios desafíos de los años 80 y 90, principalmente por la tendencia de incorporar nuevas corrientes de música “moderna”, no solo como ritmos particulares con vida propia, sino como un poncho que buscaba invisibilizar y negar la música emergente de comunidades andinas. Lo cierto es que el movimiento indígena y, como parte de ella, su música no eran bien vistos y no pocas veces tuvieron que recibir como muestras de intolerancia y protesta tomates por interpretar música de indios.

Sin hacer un inventario exhaustivo en el caminar de Pusisuyu, se han realizado diferentes presentaciones, en diferentes centros poblados como Cliza, Pocona, Totora, Capinota, Quillacollo y muchos otros. Pero también Pusisuyu pudo recrear sus talentos en escenarios de las ciudades de La Paz, Oruro, Santa Cruz, centros mineros, Sucre, Argentina y Panamá. De todas estas presentaciones hay algunos eventos que tienen mayor significancia, como el recital de música autóctona Andina, “Orqosta purispa” –a través de las montañas– de música quechua-aymara, realizada en el Teatro Achá.

Pero también está el año 1993. Cómo olvidar la presentación, en el Teatro al Aire Libre del Palacio Portales de Cochabamba, del disco de Música, fiesta y agricultura en la región étnica del Norte Potosí, de Pusisuyu y la comunidad Santiago, del municipio Arampampa del Norte Potosí. Fue resultado del taller de cultura e investigación campesina que esencialmente fue un testimonio vivo de la energía cultural que efectivamente sintetizó la estructura del ciclo vital de la vida de comunidades andinas.

En el año 2000, se produjo del disco Música territorio y cultura, que buscó articular desde la música el diálogo intercultural y la presentación del primer Plan Indígena de Raqaypampa, resultado de la construcción y diálogo intercultural con la Facultad de Humanidades (UMSS).

Posteriormente, se presentó el disco Memoria y verso: una Antología de Wayños Nortepotosinos de los últimos 40 años. El mismo tuvo como testigo nuevamente el Teatro Portales de Cochabamba. Posteriormente asistimos a la presentación del disco Estampas de la fiesta del tata Santiago: caminos de los wayños nortepotosinos en sikus ligeros. El mismo se presentó en Paucarpata (Cochabamba), en la casa de nuestro amigo Carlos Crespo A. (+), anfitrión incansable de toda la vida.

La producción del disco Kusirikunapaj se inspira y se inserta en la perspectiva de la historia larga y corta de la Comunidad Pusisuyu. Se trata de reminiscencia de huayños que recrea en el tiempo el haber acompañado a las comunidades en estos más de treinta años.

Creo que la vitalidad de la Comunidad Pusisuyu –hoy se denominan Siku Thalas– se sustenta en la permanente renovación, en esta idea de un taller de artesanos, donde los maestros han contribuido a la formación de nuevos talentos en tiempos complejos y de mayor incorporación del mundo indígena en las modernidades como es la urbanidad. Interpretar instrumentos de las comunidades andinas sigue siendo un camino de afirmación cultural y descolonización desde la propia práctica y vida, y no solo como un discurso ideologizado.

La invitación está hecha: este jueves 26 de octubre, en el auditorio del CESU-UMSS, a partir de las 19:00.

Sociólogo - [email protected]