El destacado cantautor paceño Manuel Monroy Chazarreta retorna a los escenarios del país tras ocho años. Sus recitales en Cochabamba serán los días 31 de marzo y 1 de abril, en el Achá.

Todos deben tener su favorita. La mía, en partes salientes, dice: “Y para no agarrar/ y darle un seco a los abismos,/ y que después estén dishendo:/ “Qué buen chango el fallecido”./ Saco sirenas,/ me trago al mundo./ Convoco a Tupiza,/ a un saice rotundo,/ a la bici del Alfaro,/ al peinado de Ugarte,/ a la barra bostera,/ al Parpolo y su ch’aqui./ Y cambia el rumbo de esta canción…”.

Es “Un k’usillo en Nottingham” y, en medio de moles de cemento de un país “desarrollado”, de tristezas o de decepciones, me salvó la vida muchas veces. Y es una de las casi 200 piezas de Manuel Monroy Chazarreta, nuestro queridísimo Papirri, que tal vez grafica buena parte de su obra: fusión de un ritmo de occidente (blues) y otro folclórico (tonada), mezcla de lenguajes y hablas (popular, poético, extranjero), virtuosismo interpretativo (el solo de guitarra) y un vaivén entre la melancolía, lo social y el humor.

Precisamente, es el humor el que asimismo lo ha instalado, como ha sucedido con muy pocos artistas, en el imaginario colectivo. Y esta gracia, en un país cuya solemnidad roza con lo inaudito, tiene un mérito adicional: no apelar al artificio fácil, sino a la lúdica confrontación con nosotros mismos. Ahí está la tan nuestra como extendida “Metafísica popular” que le canta a nuestros imposibles-posibles, o hasta la desidia-protesta de “Bien le cascaremos”, canción de, por otro lado, hondo contenido social, como “Hay que tomar partido”, pues en cuanto a sensibilidad política también se ha destacado el músico.

Ese Papirri, el chistoso, el nostálgico, el fusión, el virtuoso poeta e intérprete, el “Tigre del pueblo” y el cronista de dos libros y de este suplemento, es el que regresa a los escenarios de Bolivia luego de ocho años de una sentida ausencia. Tras haber roto taquillas y corazones en su natal y amada La Paz, la gira viene a Cochabamba, los días 31 de marzo y 1 de abril, a las 19.30 en el teatro Achá, a donde llegará —como en Chuquiago— una pléyade de los más renombrados artistas locales invitados (Manu y Ramoncito Rocha, Marcelo Arias, Estela Rivera, Analía Abat y Hugo Laguna, entre muchos otros).

Con el también retoño de la concertista Anita Chazarreta (hija del folclorista argentino Andrés Chazarreta) y ahora exagregado cultural de la Embajada de Bolivia en Ecuador dialogó la RAMONA.

-Comencemos por el final. Ja. ¿Cuáles son los principales aprendizajes de ocho años de gestión cultural que se trae de Ecuador?

El mayor aprendizaje: la voluntad de querer hacer es más fuerte que las limitaciones. Consolidamos un POA (Plan Operativo Anual) que está institucionalizado. Es muy concreto e intenso. Generalmente, a los POA se les ponen abstracciones para manipular y llenar nomás. El nuestro eran promesas que había que cumplir sí o sí, inclusive sin recursos. En cuanto a la agenda consular, dimos buena atención a los compatriotas y otros ciudadanos. Sobre la agenda bilateral, gestionamos e impulsamos la aplicación de convenios de cooperación bilateral; personalmente gestioné 12 convenios, los más importantes en cultura, patrimonio, agricultura, seguridad ciudadana, comunicación, justicia, salud, exportación de mate de coca, comunicación. Generalmente tardaban un par de años en consensuarse. Se firmaron todos y espero se estén aplicando. Los burócratas me odiaban porque los presionaba mucho para que los apliquen. En cuanto a la agenda multilateral, dimos apoyo protocolar, hicimos lobby, negociamos predocumentos, dimos apoyo a los delegados que llegaban a raudales a eventos de CELAC, Unasur CAN, Unesco. Quito es un centro multilateral. Aprendí a negociar documentos multilaterales. En cuanto a la llegada al pueblo, he creado y producido eventos masivos y estratégicos que empezaban en enero. Creamos Alasita en Ecuador; en marzo, las Jornadas por el Mar Boliviano; en abril, eventos sobre la Madre Tierra; en junio, la Conferencia sobre la Sagrada Hoja de Coca; en mayo, el Festival de Danzas Bolivianas en Ecuador (Fesdabec), que convoca a centenares de jóvenes ecuatorianos que aman nuestras danzas y música, y bailan portando nuestra bandera. La Semana Cultural en torno al 6 de agosto es todo un fenómeno cultural. Gestioné la llegada de artistas como Piraí Vaca, Emma Junaro, Kollamarka, Alaxpacha, Los Masis, que convocaban a miles de personas en plazas públicas, gracias al auspicio de la Alcaldía de Quito. En octubre, nuestro ciclo de cine difundió 40 películas bolivianas en ocho años; en noviembre, tuvimos buena presencia de editoriales y escritores bolivianos en la Feria del libro de Quito. Me tomé muy en serio lo de ser servidor.

-¿Cómo ha seguido madurando su música en el exterior?

No tenía el tiempo necesario. No ha madurado, estaba ahí, medio verde nomás.

-Llama la atención la cantidad de artistas que se han sumado a sus conciertos de La Paz e igualmente la de los que actuarán en Cochabamba. ¿Cómo se puede ser tan querido entre colegas?

Siempre he dado el lugar que se merecen mis invitados y mis músicos; resalto su presencia en escenario. La mayoría son amigos personales y todos grandes artistas.

-Además de los invitados, ¿qué más será diferente en los recitales de acá?

El repertorio es similar al de La Paz; los intérpretes son los que le dan su propia llajua y personalidad. Presentaremos un nuevo DVD. Encontré en estos meses de traslado, en un cajón, un video en formato antiguo, DVCam, que decía “Concierto Papirri en vivo 2005”. Mi amigo el artista del audiovisual Carlos Fiengo lo digitalizó y editó. Es todo un documento, vernos a Danilo Rojas, Álvaro Montenegro, Donato, Carlos Ponce y al Papirri tan jóvenes, que conmueve.

-Daría la impresión de que sus recientes composiciones, “Camote”, “Alaracamente” y “Plata y miedo” hablan del amor. ¿Las relaciones de pareja han sido una fuente de inspiración estos años?

El folclore, las danzas, la música popular boliviana son las que me atacaron. De pronto salía una morenada en el lugar menos imaginado. También debe ser la nostalgia del país.

-¿Continuará sus búsquedas El Papirri igualmente en la canción social?

Espero continuar componiendo canciones, sean de amor, humor, folklore, social y ojalá algunas más experimentales.

-Anunció un nuevo disco para el año. ¿Cómo se lo empieza a preparar? ¿Está ya definida su identidad?

No sé si podré grabar un nuevo disco. No pienso gastar mis pocos ahorros en esto. En el último, perdí miles de dólares. Estoy vacunado. Tal vez aparezca un sello discográfico. Las canciones están, son 13 canciones de saudades folclóricas, muy populares y hasta bailables. Sería un disco para bajar la panza. Soy un desastre para conseguir auspicios.

-Lo han dicho algunos que lo conocen y quieren: se le nota algo melancólico. ¿Es así?

Tal vez aquellos años de formalidad, mezclados con los problemas de salud, mi intervención quirúrgica y las ingratitudes laborales cambiaron mi tempramento. Extraño los picantes, la chichita. Ojalá recupere aquel buen humor de antes.

-Una de las maneras en las que se ha mantenido en contacto con Bolivia es mediante sus crónicas publicadas en varios medios. ¿Afronta la creación en papel igual que la musical?

La musical es de mayor rigor. Pero trato de mantener mis crónicas aún vivas; aunque últimamente están demasiado coyunturales para mi gusto.

-¿Cómo cree que le irá a su amado The Strongest en lo que resta de la Libertadores?

Ser del Tigre es mucho más que ser de un equipo de fútbol. Es una cosmovisión, una manera de ver la vida poblada de amistad, solidaridad, ñeke, garra, lealtad, decencia. Va más allá de los resultados y del fixture. Una sorpresa: voy a grabar mi última canción dedicada al equipo en Cochabamba, en los próximos días. Se estrena el 7 de abril a las 19.00 horas en ATB, en la verbena atigrada por el cumpleaños de nuestro The Strongest. La canción se llama “24 de diciembre”. Estarán de coro los Tigres de la Llajta. Te invitamos.

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