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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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RESEÑA DE LA OBRA DEL ESCRITOR CHILENO. “LOS DETECTIVES SALVAJES ES UNA NOVELA DE INICIACIÓN. GARCÍA MADERO SE ENCUENTRA CON LA LITERATURA, QUE ES LO MISMO QUE ENCONTRARSE PERDIDO PERO BATALLAR”, SEÑALA EL AUTOR.

Los detectives salvajes

Los detectives salvajes



Juan García Madero, Arturo Belano, Ulises Lima. Y la prostituta Lupe. Todos ellos escapan en un Impala hacia el norte del DF. Los persiguen unos matones. Uno de ellos, el novio de Lupe, tiene un cuchillo enorme. Su miembro es del mismo tamaño del cuchillo. Y, también, los matones tienen pistolas del mismo tamaño del miembro y del cuchillo.

Roberto Bolaño nació en Chile, pero pasó su adolescencia en México. Robaba libros en el centro del DF. Él y Mario Papasquiaro planearon matar a Octavio Paz, su enemigo. También con él fundaron los Infrarrealistas, un grupo de jóvenes, algunos socialistas, algunos anarquistas. Fumaban mota en las azoteas mientras leían libros o recitaban poemas.

No sé muy bien en qué consiste el realismo visceral, dice Juan García Madero. Aun así, aceptó pertenecer a ese grupo. Es huérfano y sus tíos quieren que sea abogado. Pero, al mes de entrar a la universidad, decidió inscribirse a un taller de escritura. Eso le cambiará la vida: conocerá a los real visceralistas.

Los padres de Roberto Bolaño migraron a España en busca de trabajo. Él se fue con ellos, pero al poco tiempo se hizo independiente. Apostó de lleno por la literatura. Trabajó de vendimiador en el verano, cuando el aire seco arrastraba la sal del mar. Luego trabajó de cuidador de un campamento. A veces tenía qué comer. A veces, no. Por las noches, escribía tratando de paliar el hambre y el fracaso y el miedo.

Los real visceralistas están buscando a la madre de la poesía mexicana que se llama Cesárea Tinajero. Quieren cambiar el panorama de la literatura, pero caminan sin brújula y se reúnen en bares o cafés o en la casa de las hermanas Font. El padre de ellas salió de un sanatorio y es el creador de una revista de poesía: Lee Harvey Oswald (es el nombre del asesino de Kennedy).

Roberto Bolaño fue cuidador de una casa en Barcelona. Vivía con un perro y el dinero escaseaba. En algún momento pensó en suicidarse. Escribió una carta a Enrique Lihn, un poeta chileno. Él le aconsejó que se aferre de la literatura y que se deje de huevadas. Roberto Bolaño le hará caso hasta su muerte.

Los detectives salvajes es una novela de iniciación. García Madero se encuentra con la literatura, que es lo mismo que encontrarse perdido pero batallar. También es una novela coral dividida en tres partes. Es una búsqueda de poetas o escritores y, a la vez, es la búsqueda de una revelación a manos de unos quijotes o tiroleses en llamas que, aun cuando gritan, recitan poemas.

Roberto Bolaño se estableció en Blanes, se casó y tuvo dos hijos: Lautaro y Alexandra. Escribía mientras escuchaba a Bob Dylan. Escribía mientras escuchaba a los Rolling Stones. Escribía mientras daba de comer al pequeño Lautaro. Tampoco dejó de leer. Y su vida se fue en ello. A los 40 años le detectaron un problema en los riñones. Pero no dejó de escribir.

Arturo Belano y Ulises Lima se pierden por veinte años. Alguien (¿García Madero? ¿Algún biógrafo? ¿Los matones?) entrevista a quienes los conocieron. Y así también se conoce todo el panorama de la literatura en Latinoamérica: el panorama de la literatura en el mundo, lleno de fracasos, pero también humor; lleno de desapariciones, pero también de esperanza.

Roberto Bolaño murió y dejó dos grandes obras: Los detectives salvajes (que ganó el Premio Herralde) y 2666 (una novela monstruo, la gran novela latinoamericana). También dejó varios enemigos y lectores, casi fanáticos, que se arrodillan frente a un océano oscuro cuando terminan de leer alguna de estas novelas y saben que, aunque todo está perdido, seguirán con espada en mano enfrentándose a la adversidad.

Periodista y escritor - [email protected]