Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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ENTREVISTA AL DIRECTOR DEL DOCUMENTAL BOLIVIANO GANADOR DEL DOCTV LATINOAMÉRICA, QUE HOY DOMINGO, A LAS 16:00, SERÁ TRANSMITIDO POR BOLIVIA TV (CANAL 7 EN SEÑAL ABIERTA)

Ariel Soto: Quinuera se acerca a la naturaleza de la manera en que los personajes experimentan su cotidianidad

Ariel Soto: Quinuera se acerca a la naturaleza de la manera en que los personajes experimentan su cotidianidad



Alguien le preguntó a Ariel Soto si “quinuera” es una palabra que alude a la “era de la quinua”. Y aunque esa interpretación le resulta interesante, bien sabe él que el término se refiere a la parcela o terreno donde se cultiva el llamado “grano de oro”. Esta suerte de neologismo es el que ha dado también nombre al documental dirigido por este cineasta boliviano, que hoy será estrenado por el canal de televisión Bolivia TV, a las 16:00.

Quinuera fue el proyecto ganador por Bolivia de la cuarta versión del DOCTV Latinoamérica, un programa internacional que financió la producción de 16 documentales en 16 diferentes países de la región para su posterior difusión a través de la señal de 22 televisoras latinoamericanas. Producido en unos seis meses, con un financiamiento de 70 mil dólares, el documental de Soto (de 52 minutos de duración) finalmente llegará a la pantalla chica boliviana y latinoamericana, la plataforma audiovisual para la que ha sido realizado (a más de algún preestreno en sala de cine).

El estreno de Quinuera ha sido la excusa para entrevistar a Soto, un realizador nacido en Buenos Aires en 1973, pero de padres bolivianos, formado como arquitecto en Bolivia y como cineasta en Estados Unidos, y afincado en Cochabamba desde hace ya algunos años, donde ha comenzado a realizar documentales (por los que ya ha recibido varios reconocimientos). Desde luego, el diálogo toma como punto de partida Quinuera: un documental que narra el retorno de Irineo Bautista a Villa Alota, su comunidad de origen en el sur de Potosí a la que, desde Cochabamba y acompañado de su familia, vuelve motivado por un sueño familiar y por el llamado del boom de la quinua. Sin embargo, la entrevista también discurre sobre los nuevos proyectos de Soto, su diagnóstico sobre documental boliviano y, cómo no, su valoración sobre la importancia del DOCTV para el audiovisual nacional y latinoamericano.

- ¿Cómo conociste la historia de Irineo, el protagonista de Quinuera?

Conozco a Irineo desde hace ya varios años, desde cuando realizaba mi primer documental Waqayñan en Potosí y necesitábamos un traductor al quechua durante el rodaje. Mi productora nos presentó y desde entonces mantuvimos una amistad. A principios de 2013 me visitó junto con su familia para despedirse, ya que al día siguiente estaban de viaje a Alota, donde se quedarían a vivir y se dedicarían a lo que trabajan en el pueblo, que es el cultivo de la quinua.

- ¿Qué te convenció de que la historia de Irineo merecía convertirse en un documental?

En un principio, la experiencia del viaje de retorno a su comunidad después de 20 años con sus tres hijos y esposa. Me interesaba poder descubrir qué reacciones causaría este cambio en la dinámica de vida de la familia, ya que sus hijos habían nacido y crecido en Cochabamba, al igual que Ingrid, su esposa. La producción de quinua era la labor de sustento que él iba a realizar a su retorno a Alota, y esto dio paso a pensar en el potencial de escribir una historia, ya que yo había estado recolectando datos e investigaciones sobre la quinua y el boom que se viven las comunidades del altiplano. Algo que me llamó la atención, en relatos de Irineo previos a la producción, era un sueño que él había tenido años atrás; en él, su abuelo le mostraba una parcela y le decía que tenía que regresar a la comunidad y dedicarse a la quinua. Este llamado era una metáfora que fortalecía la relación que Irineo tenía con su comunidad y sus ancestros, y lo tomamos como un punto clave en la narrativa que desencadena su regreso a Alota.

- Algo que, de por sí, llama la atención de la historia de Irineo es que encarna un viaje inverso al que normalmente se asocia con la migración interna: no se va del campo a la ciudad, sino que se vuelve de la ciudad al campo. El relato del retorno al campo, a lo rural, al mundo más indígena de Bolivia, es algo que casa muy bien con el momento histórico y político que vive el país. ¿Crees que Quinuera ilustra, de alguna manera, este tránsito histórico que ha llevado al país a mirar hacia sus raíces rurales-indígenas?

La historia de Irineo refleja una interesante tendencia que se ha estado dando en algunas comunidades a partir del boom de la quinua. Creo que el factor económico es un hecho importante para que muchos retornen a sus comunidades, incluso de países como Argentina y Brasil. Creo que el factor histórico/político tiene su relevancia en otros aspectos de la vida del país, pero no directamente ligado a la quinua y/o la mirada a lo indígena.

- Aunque con notorios matices, la historia de Irineo también dialoga, en alguna medida, con la tuya, pues a ti también te tocó migrar (al exterior) para luego volver a Bolivia. ¿Crees que esto haya incidido en tu manera de interesarte y acercarte a la experiencia de Irineo?

No, no fue un hecho determinante al comienzo. Me interesó mucho su búsqueda y su forma de ver la vida. Más tarde sí hice esa relación, en el sentido de que este tipo de experiencias (de salir y regresar) llega a afianzar la propia identidad, y que en el caso de Irineo está acompañada con una mirada muy fuerte a sus ancestros.

- En el cine boliviano hay más de una película que relata y reivindica el retorno mundo indígena, como Vuelve Sebastiana (Jorge Ruiz, 1953) o La nación clandestina (Jorge Sanjinés, 1989). Siendo que Quinuera también narra un tránsito de estas características, aunque con grandes matices respecto a cintas como las antes mencionadas, ¿crees que haya conexiones entre tu documental y estas u otras películas bolivianas que abordan el retorno al punto de origen?

Sí, es un tema recurrente y abordado de diversas formas el del retorno y la búsqueda del sentido de pertenencia. La idea de identidad se hace más fuerte cuando uno cambia de lugar y construye su persona en base a los recuerdos de lo abandonado. Quinuera, en todo caso, toma la experiencia no de un solo personaje, sino de una familia. La idea de transmitir los valores culturales y de identidad a sus pequeños es una decisión que Irineo la asume con convicción.

- ¿Hubo películas, lecturas u otros materiales que guiaron y/o acompañaron el rodaje de Quinuera?

Entre las películas que acompañaron nuestra propuesta están Cuates de Australia, de Everardo González, y Vivan las Antípodas, de Viktor Kossakovsky. Además realizamos un trabajo previo de varios meses, entre entrevistas a algunos expertos y material e informes que ayudaron en la investigación.

- Más que del viaje de retorno, el documental se ocupa de la adaptación de Irineo y su familia a Alota. De hecho, al principio muestra a Irineo despidiéndose de su vida en la ciudad de Cochabamba y luego la elipsis (la puerta que se cierra y se abre) transporta el relato directamente a Alota. ¿Por qué Quinuera muestra el punto de partida y el punto de llegada, pero mantiene fuera de campo el viaje de Irineo?

Un factor condicionante para no mostrar el viaje de retorno es que ellos ya estaban establecidos en Alota desde hace ya varios meses. Barajamos la idea de recrear este retorno, pero en vez de ello tomó mayor énfasis en la decisión final el tema de la memoria, del pasado de Irineo visto desde el lugar que él ya ha dejado en Cochabamba, con los espacios vacíos y memorabilia que, de por sí, pueden ser la representación de querer siempre retornar a su pasado.

En términos narrativos, el mostrar el viaje nos hubiera exigido realizar una historia en orden cronológico, lo cual queríamos evitar.

- Aunque la sinopsis alude solo a la historia de Irineo y su familia, en el documental aparecen siquiera otros dos relatos secundarios a los que se les presta atención: el del anciano religioso (Doroteo) y el del joven músico que retornó de Chile a Alota (Rommer). ¿Cuál es la importancia de estas dos historias paralelas para el documental? ¿Qué buscaste al introducirlas para intercalarlas con la de Irineo?

Irineo retorna a su comunidad después de muchos años y hacer un seguimiento de él y su familia nos hubiera permitido ver una realidad distante, desde el punto de vista de los recién llegados. Introducir a Doroteo y Rommer afianza aun más el discurso y experiencia de Irineo, ya que Doroteo, un anciano de la comunidad, nunca ha dejado su pueblo y vive allí dedicado a su fe, y Rommer ha pasado la experiencia de haber estado lejos y regresado (experiencia que Irineo está a punto de comenzar). Estos dos personajes nos permiten, además, conocer la vida de los comunarios y la dinámica de la producción de la quinua desde su cotidianidad.

- A estos tres relatos se suma el de la propia quinua, desde su siembra hasta su cosecha, que es más visual. ¿Crees que la quinua es un personaje aparte del documental?

Así es, la quinua es el personaje sin voz, pero que está presente en vida diaria de los personajes y se entrelaza con sus historias.

- La potencia visual de la quinua y de los territorios donde se la cultiva en Alota trae consigo el riesgo de caer en un cierto paisajismo, más turístico que cinematográfico, el cual, a mi parecer, Quinuera elude con éxito. ¿Cómo se hizo para sortear el riesgo de crear estampas turísticas o imágenes exóticas sobre la quinua y las personas involucradas en su cultivo?

Desde el principio teníamos muy claro que el documental no trataba de mostrar un tour a los cultivos y paisajes de Alota y lo tuvimos muy presente durante el montaje. En todo caso, puede ser siempre un riesgo.

Uno de los temas que Irineo introduce es el sentido que tiene la naturaleza en la vida de la comunidad y es de aquello que quiere que sus hijos puedan aprender, sentir y vivir. La naturaleza de Alota consume con sus silencios, es el lugar donde el tiempo transcurre muy lentamente y eso es lo opuesto a la vida en la ciudad. Quinuera intenta acercarse a la naturaleza de la manera en que los personajes experimentan su cotidianidad, con esos silencios, transformándose a medida que sus vidas transcurren durante el ciclo de crecimiento de la quinua.

- Sabemos que estás trabajando en un documental sobre el botadero de K’ara K’ara (Cochabamba). ¿En qué estado se halla este proyecto? ¿En qué otros proyectos cinematográficos estás involucrado actualmente?

En Tierra de Nadie (título provisional) nos acerca a la vida y los problemas que surgen en uno de los sitios más contaminados de la ciudad y que pocos conocen: El basurero de K’ara K’ara. El proyecto se encuentra en pre-produccion, contamos con el apoyo de Ibermedia y actualmente trabajamos en co-produccion con Venezuela. Otro proyecto es Días de Circo, que está en postproducción y es financiado a través de Kickstarter. Ahora me encuentro investigando para un nuevo proyecto y, con Rodante Films, mi productora, estoy involucrado en dos proyectos independientes de otros directores, uno en rodaje y otro en coproducción con Clandestino filmz, dirigido por Eduardo Paredes, que comenzaremos a filmar en los próximos meses.

- Como documentalista boliviano, ¿cómo valoras el estado actual del documental en Bolivia?

Recientemente me preguntaron, desde un festival internacional, si es que podría ayudarles a encontrar documentales largos nacionales realizados en el ultimo año. Después de buscar y consultar a varios colegas, la realidad golpea y es preocupante. Y no me refiero ni siquiera a la calidad. Sí he visto cortos documentales muy interesantes y con nuevas miradas. Pero, creo que esta ola de documentalistas nacientes del cortometraje, que surgen de una estructura de fomento al cine, son ejemplos del esfuerzo individual y amor por el audiovisual.

- Quinuera es el cuarto documental boliviano que se ha realizado en el marco del DOCTV Latinoamérica. ¿Cuán importante ha sido este programa para la producción de tu documental? ¿Qué importancia le atribuyes para el desarrollo del documental nacional y latinoamericano?

Creo que Quinuera no hubiera sido posible si no obteníamos el fondo DOCTV. Obtener esta ayuda me permitió poder dedicarme por completo al proyecto de lunes a domingo y trabajar con un equipo profesional de talentos bolivianos. Eso da mucha tranquilidad y la oportunidad de poder realizar un trabajo en las mejores condiciones posibles, profesionalmente hablando.

Creo, por otro lado, que DOCTV es un programa de fomento muy necesario para la producción documental de nuestro país, teniendo en cuenta que, además, llega a una audiencia de casi 22 millones de personas y ofrece la posibilidad de distribución internacional. Las temáticas de DOCTV están enmarcadas dentro de una realidad cultural social y política, que muestre la identidad de un país. Y a pesar de que había mucha libertad para tratar el tema, es importante tener presente que es una realización para la televisión.

Sinopsis



Quinuera es un documental narrado desde la intimidad de una familia, una historia que se reencuentra con la naturaleza, que dialoga con el pasado y convive con una comunidad dedicada al cultivo de la quinua.bEl documental se desarrolla en la comunidad de Villa Alota, sur de Potosí. Una zona que ha crecido y que poco a poco se transforma con el auge económico de la quinua. Irineo Bautista es el protagonista de la historia, un comunario que ha regresado junto a su familia después de veinte años de haber vivido en la ciudad, entre sus objetivos está el de cultivar la quinua pero sobretodo el de enseñar a sus hijos los valores culturales de su comunidad y la vida en la naturaleza.

FICHA TÉCNICA



Dirección

Ariel Soto

Producción

Eduardo Paredes

Guión

Ariel Soto / Eduardo Paredes

Dirección de Fotografía

Eddy Vasquez

Asistencia de Fotografía

Polack Rios

Sonido

Vladimir Alba

Banda Sonora

Manuel Estrada

Post Sonido

Manuel Estrada

Making Off y Foto Fija

Ingrid Dominguez Rico

Montaje

Irene Cajias

Corrección de Color

Daniela Cajias

Protagonistas

Irineo Bautista Mamani, Ingrid Guizada, Doroteo Huanca, Romer Huanca

Acerca del director



Ariel Soto estudió Arquitectura en la UMSS, Bolivia (2002), interesado además por la fotografía trabajó profesionalmente en este campo por 10 años, exhibiendo en galerías de Bolivia y Estados Unidos. Realizó estudios de Cinema en el CC de San Francisco, después de emigrar a California en el año 2003. Waqayñan, su primer documental fue seleccionado en más de 15 festivales de cine y recibió varios premios, entre ellos el premio Eduardo Abaroa al Mejor Documental Boliviano (2013). Su trabajo ha sido seleccionado en varios programas de cine en Latinoamérica: DOCandino Pitch, BoliviaLab y DOCBsAs, donde su más reciente trabajo en desarrollo En Tierra de Nadie recibió tutoría por parte del Sundance Institute. Este proyecto recibió ayuda del Fondo Ibermedia y actualmente se trabaja en coproducción con Venezuela. En el 2013 fue seleccionado al DocuLAB.5, Guadalajara, junto a otros cineastas emergentes de Latinoamérica. El mismo año asistió al Taller Desarrollo de Proyectos en La Habana, Cuba, organizado por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, como ganador del Fondo DOCTV IV por Bolivia con Quinuera. Vive y trabaja en Cochabamba, Bolivia, donde es responsable de la productora independiente Rodante Films.