Disputa por capitalía frena la autonomía de Charazani
La cultura y el territorio son dos de los pilares que sostienen la voluntad del municipio paceño de Charazani (provincia Bautista Saavedra) de adoptar la Autonomía Indígena Originario Campesina (AIOC) como modelo de autogestión y autodeterminación política y administrativa. Pero, a la vez, son también dos razones que explican el estancamiento del proceso de conversión de municipio a AIOC, que no sido capaz de superar la fase de aprobación de sus estatutos en detalle.
Situada en la región noroeste del departamento de La Paz, a 272 kilómetros de la capital paceña, Charazani es considerado el epicentro de la cultura Kallawaya, cuyas raíces históricas se remontan al periodo preincaico posterior a la disolución de Tiwanaku, según los datos consignados en el Plan Territorial de Desarrollo Integral de la Autonomía Originaria de la Nación Kallawaya-Charazani 2015-2024. No por nada declarada por la Unesco Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, se trata de una cultura ampliamente conocida y estudiada dentro y fuera de Bolivia, a la que se le asocia con los médicos kallawayas, cultores de una medicina tradicional muy respetada.
Aunque predominantemente quechua, la Kallawaya es una cultura que se distingue por su carácter multiétnico, que se expresa en el hecho de que en el municipio también se habla el aimara, el machaj juyay (su lengua) y el puquina, pero también por la complementariedad económica y ecológica de los pueblos que lo integraban y aún lo integral, señala el citado documento. La complementariedad se extiende al ámbito territorial, que está constituido por punas, valles y yungas, lo que “ha permitido el desarrollo de una elevada capacidad de conexión, intercambio y mediación económica, ecológica y cultural de la Nación Kallawaya, como estrategia central de vida y base de su autosuficiencia como pueblo”, añade el plan.
Sin embargo, estas cualidades culturales y territoriales han derivado en que las distintas poblaciones que integran el municipio vayan organizándose en diferentes entidades, creadas a partir de sus ubicaciones geográficas, pero también guiadas por particulares reivindicaciones históricas y políticas. Las tres principales organizaciones indígena-originario-campesinas en el municipio son la Federación Provincial de Quechuas Aymaras de la Nación Kallawaya (FPQANK), el Consejo de Ayllus y Markas de la Nación Kallawaya (CAyMNK) y la Federación de Originarios Yungas de Carijana. La primera está afiliada a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb), la segunda al Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq) y la tercera a la Confederación de Interculturales.
Las tres organizaciones consiguieron aunar voluntades para encaminar el proceso de conversión del municipio a AIOC entre 2009 y 2014, un periodo en el que consiguieron que el sí a la autonomía indígena se impusiera en un referendo (el de 2009), en el que conformaron su Órgano Deliberativo, en el que elaboraron sus estatutos y los aprobaron en grande. Un periodo que, sin embargo, acabó por sus diferencias en el análisis de los estatutos en detalle y por una controversia en particular: la definición de cuál sería la capital de la autonomía.
LA CAPITAL
EN CUESTIÓN
Actualmente, la capital del municipio de Charazani es la población del mismo nombre, que se halla en los valles de la región. Al momento de discutir sus estatutos en detalle, los miembros del Órgano Deliberativo debieron analizar si Charazani se mantendría como capital del territorio autonómico o si se elegiría otra. Mientras la FPQANK iba por la primera de las opciones, el CAyMNK propuso que la capital se trasladara a la población de Amarete, que se halla en la región más altiplánica del municipio. En una versión a escala de la polémica que estuvo a punto de hacer estallar la aprobación de la actual Constitución Política del Estado (CPE), por la disputa entre La Paz y Sucre, la AIOC de Charazani ha quedado truncada por la imposibilidad de sus organizaciones sociales para convenir cuál debería ser la capital de esta entidad territorial indígena.
El alcalde de Charazani, Fortunato Calamani, reconoce que la definición de la sede principal de la AIOC ha sido el principal motivo de controversia que ha empantanado el proceso autonómico. Cree que la propuesta de llevar la capital a Amarete no correspondía a la instancia de análisis de los estatutos en detalle, pues no había sido objeto de consulta en el referendo de 2009. No obstante, cree que es un asunto que, en lugar de atascar el desarrollo de la AIOC de Charazani, debería conversarse.
Los que defienden la moción de conservar la sede en Charazani argumentan que se trata de una población estratégicamente ubicada para los pobladores de las otras 61 comunidades que integran el municipio, donde viven 13.023 personas (según datos del Censo de 2012). Se halla cerca de las comunidades de alturas, valles y yungas, lo que facilita el acceso de quienes llegan hasta ahí por tierra (en vehículos o a pie), argumenta José Mendoza, asambleísta nacional de la circunscripción indígena especial, y natural del ayllu Chari (Charazani).
En cambio, los que insisten en llevar la capital a Amarete vindican la condición de ayllu originario de esa comunidad, a diferencia de Charazani, una población más asociada a la Colonia, la República y los llamados residentes o vecinos (habitantes más pueblerinos y no indígenas o que ya no viven del todo en el municipio). La propuesta de Amarete apela a un argumento histórico y cultural, al tratarse de una comunidad que sintetiza el origen ancestral de la cultura Kallawaya. Sin embargo, se enfrenta a un razonamiento más pragmático, como el de la accesibilidad al poblado. No obstante, no son pocos los que ven que detrás de la disputa de llevar la sede a uno u otro lado hay intereses políticos y económicos. Así lo entiende Dionisio Carrión, exejecutivo de la FPQANK, quien entrevé en el afán de llevar la sede a Amarete ambiciones particulares de exautoridades que “creen que la capital podría llevar dinero” y, con ello, más poder a esa población. Lo cierto es que el rechazo de la FPQANK a la propuesta de convertir a Amarete en la capital de la AIOC derivó en que la CAyMNK quitara su apoyo al proceso de conversión del municipio en autonomía. Y fue así cómo se paralizó y no ha podido hacer mayores avances en los últimos tres años.
Carrión ve con cierto escepticismo la tentativa de retomar el proceso. Cree que las organizaciones sociales han quedado muy divididas. Además, teme que, en caso de someterse a referendo la definición de la capital, la opción de Amarete tendría las de ganar, teniendo en cuenta que las comunidades afiliadas a la CAyMNK tienen mayor población.
Otras razones del fracaso
A la controversia sobre la capitalía se sumó la discusión sobre cuál debería ser el nombre de la autonomía. Mientras unos proponían que se mantuviera como Charazani, otros plantearon el nombre más ancestral de Iskani Qalla Qallan (en alusión a una montaña sagrada y al lugar también sagrado donde la cultura Kallawaya fue declarada patrimonio de la Unesco, respectivamente). Se trata de otra polémica de trasfondo cultural, en la que la denominación más ancestral y precolombina pretende desplazar a la más asociada a la República y la Colonia.
Otro factor que ha incidido en el estancamiento del proceso de autonomía indígena en Charazani es la pérdida progresiva de apoyo técnico –tanto del Estado como de organizaciones gubernamentales- para cumplir los procedimientos y resolver las trabas legales y administrativas que implica la conversión de un municipio en AIOC. Feliciano Patty, antiguo dirigente campesino de Charazani, recuerda que algunos de los mayores avances dados en el proceso se debieron al apoyo técnico del Instituto Socio Ambiental (ISA), una organización no gubernamental que en los años posteriores al referendo aprobatorio de la autonomía trabajó con las organizaciones sociales en talleres de socialización y discusión, la elaboración inclusiva de los estatutos y la redacción de su Plan Territorial de Desarrollo. Sin embargo, una vez que el proyecto de apoyo desarrollado por el ISA concluyó, el proceso de conversión en AIOC lo resintió, a falta de asistencia técnica para encarar determinadas tareas.
Algunos dirigentes de Charazani perciben que ha habido también una pérdida de apoyo desde el Estado, a través de lo que hasta principios de año era el Viceministerio de Autonomías Indígenas, hoy reducido a una Dirección dependiente del Viceministerio de Autonomías, que perdió el rango de Ministerio y, en consecuencia, sufrió una drástica reducción de personal y de recursos. Coincide en esta lectura Luz María Calvo, directora del ISA, organización que apoyó en su momento al proceso de autonomía indígena en Charazani y que lo viene también haciendo con Raqaypampa (Cono Sur de Cochabamba). Calvo apunta que el Viceministerio de Autonomías Indígenas trabajó bastante y prestó un apoyo real a las iniciativas de autonomía indígena, algo que, una vez reducido a una dirección, sigue haciendo con voluntad, pero sin mayor capacidad institucional, habiéndose reducido su presencia y la de su personal técnico.
En un contexto más amplio, la desaparición del Ministerio de Autonomías revela, para algunos analistas, que el proceso autonómico ya no es más una prioridad del Gobierno actual, que lo ha relegado y lo ha dejado en un segundo plano hasta reducirlo a un Viceministerio dependiente del Ministerio de la Presidencia. Este relegamiento gubernamental ha derivado en que la cuestión indígena también se vea afectada, dado que las condiciones para el desarrollo de las iniciativas de autonomía indígena ya no son las más óptimas. Y esto no deja de ser curioso en un Gobierno que ha reivindicado y sigue reivindicando la cuestión indígena como un asunto central de su discurso y del llamado “proceso de cambio”. Se trata, pues, de uno de los mecanismos que ha permitido trasladar la cuestión indígena de la retórica a la práctica a través de su incorporación al modelo autonómico estatal, reconocido por la CPE y avalado por la Ley de Autonomías y Descentralización “Andrés Ibáñez”. Y es que uno de los niveles de autonomía reconocidos por el actual Estado boliviano es precisamente el indígena, que puede concretarse ya sea a partir de municipios con población indígena o de Territorio Indígena Originario Campesino (TIOC).
MIRANDO AL FUTURO
Aun a pesar de las señales desalentadoras de los últimos años, el proceso de autonomía indígena en Charazani aún tiene creyentes. Están las autoridades y dirigentes del municipio y de sus organizaciones sociales, pero también el propio Estado. El alcalde Fortunato Calamani cuenta que han retomado contacto con la Dirección General de Organización Territorial del Viceministerio de Autonomías para reactivar el proceso a partir de 2018. Esta versión es corroborada por el titular de la citada Dirección estatal, Gonzalo Vargas, quien informa que ya ha sostenido varias reuniones con autoridades de Charazani para, entre otras cosas, desatascar el proceso.
De hecho, ya se han adelantado algunas alternativas para resolver el brete de la capitalía, dice Vargas. Una sería que, al momento de la votación de los estatutos, se incluya una pregunta adicional en la que se consulte a los habitantes del municipio si quieren que su capital sea Amarete o Charazani. La otra sería sacar de los estatutos la definición de la sede y dejarla para cuando el documento ya esté aprobado y el Gobierno de la autonomía esté en condiciones de fijar la capital por ley, una vez ya analizado el tema.
Feliciano Patty es otro de los que mira con esperanza el futuro inmediato del proceso autonómico en Charazani. Reconoce que no será fácil, pues en medio ya han reaparecido los intereses político-partidarios, estando las elecciones municipales relativamente próximas (en 2020). Aun así, espera que la culminación del proceso de constitución de la AIOC en Charazani dé continuidad a las iniciativas en las que desde los años 80 están involucrados él y otros antiguos dirigentes, que comenzaron este proceso con la consigna de la reconstitución de los ayllus. No ha sido poco lo que han conseguido en estas décadas: desde la elección de un primer alcalde indígena hasta la elaboración de sus estatutos autonómicos, pasando por las gestiones para aprobar la CPE que reconoce la preexistencia de las autonomías indígenas y promueve su formalización administrativa en sus territorios históricamente reconocidos.
No menos entusiasta es Isaac Condori, integrante del Órgano Deliberativo constituido para la elaboración de los estatutos de la AIOC de Charazani. Aunque reconoce que él mismo se había olvidado del proceso autonómico una vez que dejaron de reunirse los miembros del Órgano Deliberativo, una etapa que rescata como de sus “sueños” y hasta añora, ve como una señal alentadora el que haya aún gente interesada en conocer en qué estado está la autonomía de Charazani y cuáles son sus visos de futuro.
Después de todo, no es poco lo que se juega la autonomía indígena en Charazani. Es la posibilidad de ejercer su derecho a la autodeterminación y al autogobierno a partir de sus propias lógicas culturales, históricamente negadas. Esto que suena a discurso abstracto, afirma el asambleísta José Mendoza, se concretaría en cuestiones palpables: la recuperación y enseñanza de su lengua (machaj juyay); el fortalecimiento y la conservación de la cultura kallawaya que se esfuerzan en seguir cuidando; la administración de sus propios recursos para evitar la corrupción propia de los sistemas administrativos occidentales; el potenciamiento de la medicina Kallawaya, una de sus señas de identidad; la implementación de un modelo de educación propia; la aplicación de un sistema rotatorio de elección de autoridades políticas despojado de los vicios de la partidocracia… Así pues, no es poco.
Diferencia
Los que insisten en llevar la capital a Amarete vindican la condición de ayllu de esa comunidad, a diferencia de Charazani.
272 Kilómetros de La Paz
Situada en la región noroeste del departamento de La Paz, a 272 kilómetros de la capital paceña, Charazani es considerado el epicentro de la cultura Kallawaya, cuyas raíces históricas se remontan al periodo preincaico posterior a la disolución de Tiwanaku.