LA EXPERIENCIA DEL ABOGADO WILSON MAMANI, COMO DEFENSOR PÚBLICO, PONE EN EVIDENCIA LAS DIFICULTADES Y TRABAS DE LA JUSTICIA PARA REOS EN COMUNIDADES ALEJADAS DEL VALLE ALTO Y EL CONO SUR. SUS ANÉCDOTAS MUESTRAN TAMBIÉN LA IDIOSINCRAS
Ser defensor público en provincia es una tarea titánica
Wilson Wilfredo Mamani Mamani, de 24 años, es un abogado de Defensa Pública que tiene a su cargo más de 50 casos en las poblaciones que integran el Cono Sur y el Valle Alto. Su experiencia, junto a la de sus defendidos, muestra el peregrinaje por la justicia en zonas abandonadas y el choque cultural en el abordaje de los procesos.
En los dos meses que lleva trabajando en esta zona, Wilson ha tenido que superar todas las limitaciones de un trabajo que asiste en comunidades distantes y con idiosincrasia distinta a la suya, desde "madrugues" y desvelos, correteos para escapar de enardecidas turbas en audiencias y los afanes penosos de conseguir material de escritorio.
Una de sus primeras impresiones al llegar fue la gran cantidad de casos por violencia familiar y la respuesta de las víctimas. "Son las mismas esposas agredidas las que se mueven para liberar a sus maridos", dice al explicar que las víctimas se arrepienten de haber sentado la denuncia.
El primer gran susto que se llevó fue la pasada semana en el municipio de Toco, cuando debía realizarse la audiencia de un feminicidio. "Vino un montón de gente con palos y garrotes queriendo hacer justicia por mano propia a los imputados... tuvimos que salir con fuerte resguardo policial".
Esta audiencia tuvo que ser suspendida y solo pudo celebrarse días después luego de conseguir con el sindicato las garantías necesarias para su realización. "Había mucha tensión, toda la gente seguía rodeando a los imputados y fiscales. Finalmente se llevó adelante, pero iniciamos a las siete de la noche y terminamos a las cuatro de la madrugada".
Madrugar se ha convertido en una constante del trabajo de este funcionario. Las comunidades a las que asiste quedan distantes, entre tres y seis horas. Para él, la pena no es levantarse temprano sino llegar al lugar de la audiencia, ver el rostro sonriente de su defendido -por haber cumplido- y tener que decirle que la audiencia fue suspendida, precisamente por las deficiencias en todas las instancias judiciales de las áreas rurales.
La indignación de este joven profesional es grande, cuando se encuentra con una Fiscalía con la que es difícil coordinar el trabajo. "Es difícil, no se puede cuando el fiscal está lunes y martes en Aiquile, miércoles en otro lugar, jueves se va a Mizque y viernes está en la ciudad".
Una situación similar le toca pasar, cuando debe suspender algunas audiencias porque no alcanza a llegar por la distancia entre uno y otro juzgado. "Hay juzgados en Mizque, Aiquile, Totora, Tarata, Punata, Cliza, Anzaldo y todos están distantes el uno del otro, no puedo llegar".
Su centro de operaciones es Punata y para llegar a una audiencia en Aiquile, por ejemplo, necesita seis horas para el viaje en transporte público o tres a cuatro horas, si tiene suerte de que pueda tomar un taxi. "A veces los litigantes vienen con algún familiar que tiene vehículo y ahí sí vamos rápido".
Otra de las razones para la suspensión de audiencias es la pobreza. "Tengo una audiencia de procedimiento abreviado que se suspende y se suspende porque el imputado no tiene recursos para notificar a la víctima".
En esta región la Fiscalía no tiene oficiales de diligencia para realizar las notificaciones, los juzgados si lo tienen pero pocas veces cumplen este trabajo. "No sé si es por la excesiva carga o porque ya no hacen ese trabajo", dijo tratando de encontrar una explicación.
En estas condiciones, a Wilson le ha tocado más de una vez hacer trabajos que no le corresponden, todo con el fin de cerrar definitivamente un caso.
"Tengo más de cincuenta casos… es difícil hacer seguimiento a todos a la vez", relató abrumado.
Los viajes le quitan buena parte de su tiempo, debiendo destinar las noches de su descanso para avanzar en los papeleos y trámites de sus defendidos. Los trámites… Los papeleos, son otros temas que a veces le toca resolver solo. "Tenemos material pero muy precariamente", dijo recordando que alguna vez tuvo que pedir a su litigante cubrir el material de escritorio.
Durante su experiencia en esta región él considera que no existen avances en la justicia comunitaria. "Hay muchos problemas que podrían ser resueltos en la justicia comunitaria".
A tiempo de hacer una revisión de su trabajo, Wilson considera que las condiciones de este trabajo son muy precarias y que requieren de una inmediata atención, principalmente en la asignación de más ítems, sin dejar de lado aspectos como el transporte, equipamiento, material de escritorio y salarios.
Sin embargo, pese a todos los contratiempos y momentos amargos, a Wilson le queda la satisfacción de haber cumplido con sus defendidos y la gratitud de los familiares. "La gente en el Valle Alto y Cono Sur es muy respetuosa, te esperan, te llaman, te buscan… y más cuando cumples con lo que les prometiste".