Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 00:15

“Hijo, te amo. Nos vemos en la próxima”

“Hijo, te amo. Nos vemos en la próxima”

La pesadilla ya quedó en el pasado. Y por fortuna, solo se trató de eso, un mal sueño. Ahora que “despertó” de él, Walter Nosiglia Navarro se permitió describir, con detalles precisos, cómo se dieron los sucesos que lo condujeron a abandonar la competencia en la que había partido como favorito en cuadriciclos. Sí. El Lobo del Desierto era claro preferido, pero ello poco pesó (seguramente nada) frente a su amor de padre

El miércoles, Walter Nosiglia Jager, su hijo mayor (25 años), protagonizó la mala noticia que sacudió a Bolivia: se accidentó durante la etapa 3 del Rally Dakar 2019, se fracturó vértebras y se rompió el antebrazo derecho. Tremendo el panorama del piloto paceño, que una jornada antes había sido portada de varios medios impresos del país por lograr una excelente performance montado en su moto Honda (puesto 19 en el tramo 2)

Todo fue un infierno aquel miércoles. Y comenzó cuando el chuquisaqueño se topó con la imagen de su hijo, mientras transcurría el kilómetro 22 de la etapa (Lima-Pisco). Éste se encontraba tirado en el suelo, inconsciente, con el brazo doblado y con dificultad para respirar.  El cuadro era sumamente preocupante.
Y mucho peores fueron las sensaciones y las ideas que coparon la mente del Lobo, mientras que éste se había separado, por algunas horas, del accidentado. No tuvo escapatoria. El helicóptero que trasladaría a Waltico hacia Lima no contaba con lugar para papá. Es por ello que el piloto de cuadriciclos, ya decidido a abandonar el Dakar, se vio obligado a viajar por otros medios

Y el miedo lo invadió por completo. La espera se le hizo infinita. Fue, quizás, su día más duro. “Lo encontré a mi Waltico en una condición muy dificil que ningún papá quiere ver. Fue una situación terrible. El helicoptero se fue. Quedé ahí, sin saber cómo salir de ese lugar. En mi cabeza pasaba esa imagen de mi hijo inconsciente y destruido; y pensaba todo lo peor ¡Qué eterno se me hizo llegar a reunirme con él! Fue un día interminable hasta llegar a Lima”

No se arrepiente de haber decidido retirarse, aún cuando su nombre “pintaba” como favorito, porque la vida da revanchas, porque aún le queda “nafta en el motor”

“Valía la pena estar junto a mi hijo. Se encuentra mejor y se va a recuperar pronto. Hijo, te amo. Despues de todo estoy feliz por estar a tu lado”. Sin chances de reenganche, el Lobo regala una esperanza al país. “La vida sigue y nos vemos en la proxima”.