Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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NOESIS

Sembraré futuro, votaré nulo

Sembraré futuro, votaré nulo
“Este le va meter, no más”, me dice uno. “No hay alternativa, los de la oposición están divididos”, dice otro. Los escucho, los miro y me pregunto: ¿tienen o no razón? Mi primera impresión es que más o menos así piensa y ve la mayoría, pero, luego, me recuerdo las diferentes victorias que hemos ido acumulando durante estos años, y me respondo: ¡no tienen razón!

Como les decía, miro hacia atrás y veo configurándose otro país, porque al fin los mitos viciosos de nuestra forma de ver y vivir se están derrumbando, y ojalá no vuelvan más. El mito del salvador de la patria, el mito de que los recursos naturales son inagotables, el mito de ellos los malos, yo el bueno. Mitos que en vez de proyectarnos hacia adelante/arriba nos entornillan en un eterno circulo vicioso de revoluciones y contrarrevoluciones. Por ello, siempre nos movemos en un eterno volver a empezar o, como decía un amigo, “Bolivia, a pesar de sus cerca de 200 años, sigue siendo un país en borrador que no termina de sacar su texto limpio para que de una vez vaya a imprenta”.

Sin embargo, pareciera que esto está acabando, o mejor dicho, transformándose en una forma de ver y vivir sin tantos tapujos y barreras ideológicas que nos impiden pensar en el bien común. La gente está harta de las posiciones excluyentes, de los discursos vacíos que se ahogan en su saliva mentirosa y en las poses que delatan impostura. Visto así, estoy optimista. Siento que la gente reclama el retorno del sentido común y de construir el bien común. Si para algo han servido estos largos años azules es para que los bolivianos aprendamos lo que no debemos nunca más volver a hacer. Son años de pérdida, pero también de aprendizaje para proyectarnos hacia adelante.

Las victorias electorales contra los estatutos autónomos impuestos, el voto contundente del 21F en 2016 pidiendo que se respete la Constitución y las masivas movilizaciones nacionales del 21F y del 10 de octubre de este año son la prueba categórica que el país está reconfigurando su mirada y sus opciones. Por ello, estoy seguro de que este 3 de diciembre el voto nulo será contundente, que la gente usará su papeleta para expresar su descontento y pedido de construir un país distinto, una justicia que no siga sirviendo a los ricos y que más bien se ocupe por los pobres desvalidos (...).