Buscarril que va al Cono Sur aún derrocha magia
El viejo, pero aún vigente, buscarril todavía derrocha su magia en cada uno de los viajes que realiza hacia el Cono Sur. Descolorido por fuera, en su interior rústico tiene asientos acolchonados para poder amortiguar el tosco traqueteo del paso por las rieles.
Resulta cotidiano para los pasajeros que se transportan regularmente en él, los cuales parecen no mostrar ningún asombro en la ruta, al punto de echarse siestas en el recorrido. Sin embargo, es toda una aventura para algunos turistas que toman el buscarril como un paseo y tratan de pestañear lo menos posible y disfrutar del paisaje que se atraviesa durante más de ocho horas de viaje hasta llegar a la tierra del charango, Aiquile.
Desde que se parte, a las 8:00 de la mañana, en la estación, comienza la travesía. Como los pasajeros hacen fila desde las 6 de la mañana por un boleto, aprovechan la primera parada, a solo cuatro kilómetros, para desayunar caldos que se venden a orillas de la vía. Desde el inicio hasta el final, ansiosos canes esperan al ruidoso bus para correr e intentar morderlo. Algunos hasta duermen en medio de las rieles y solo despiertan cuando está cerca.