Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 09:52

DE FRENTE

Letal corrupción

Letal corrupción
La manera como se ha extendido la corrupción a lo largo y ancho del planeta resulta tan destructivo que equivale a una bomba de veneno de efecto lento, pero efectivo y muy selectivo en su letalidad. Indiferente de que un país sea rico o pobre, la angurria económica de quienes detentan el poder, pasando por alto las normas de la ética, es exactamente la misma. En todos existe la plena convicción de que es tan legítimo apropiarse de los bienes del Estado como el recibir una herencia de sus progenitores. De nada sirven las leyes nacionales e internacionales que con tanta parafernalia aprueban los estados, pues muy pocos se hallan motivados por una sincera preocupación por frenar a los delincuentes empoderados por la política y proteger los bienes que corresponden a sus habitantes.

Los mecanismos creados para la vigilancia, investigación, procesamiento y sanción de los hechos de corrupción, porque no son impermeables a la penetración del mal, razón por la que campea la impunidad, generando una corriente de aceptación social que raya en el cinismo frente a un mínimo de reproche, malestar e indignación.

La noticia de que el Gobierno de España indultó a tres condenados por corrupción para evitar que ingresen en prisión es apenas una muestra de que la sinvergüenzura no encuentra límites en el nivel de instrucción, el desarrollo económico, el origen étnico, la religión ni la ideología; los amigos están siempre listos para que los delitos cometidos por sus allegados pasen desapercibidos y la estima social por aquellos no quede afectada.

Pero si a un infeliz descamisado se le ocurre seguir el ejemplo de sus poderosos gobernantes sin contar con la previa protección de estos y se apropia, así sea de una mínima parte del botín, las leyes caerán implacables sobre él/ella, la sociedad indignada alzará el dedo acusador y le estigmatizará hasta sus generaciones futuras.

Lo mismo que sucede en el primer mundo, países como Bolivia se hallan infectados de corrupción y no hay día que no se descubran nuevos hechos, que además del daño económico que ocasionan, nos llevan a la ignominia a todos los habitantes. Funcionarios que sin escrúpulo negocian los sobreprecios de obras inservibles, empleados que se apropian de sumas millonarias, narcotraficantes absueltos por una justicia políticamente controlada y una sociedad cada día más adormecida por el gas letal que emana de la corrupción. ¿Será posible que en algún momento soplen vientos de renovación ética antes de que nos destruyamos como especie humana?