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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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FORO

Una sabiduría anterior a la sabiduría

Una sabiduría anterior a la sabiduría
Sabemos que nunca sabremos lo suficiente. Sabemos, desde hace al menos 25 siglos, que lo suficiente es poco, muy poco para la mayoría.

Del "nada en exceso" de Delfos, sabiduría rotunda, hemos pasado al todo ya para mí que nos gobierna desde el analfabetismo moral.

Sabemos que hay otra sabiduría, sin conocimiento ni consciencia, que sabe hacer vidas, paisajes y fértiles encuentros entre ambos.

Sabemos que lo que sabe hacer la sabiduría natural nos resulta imposible por mucho que creamos saber, por mucha tecnología ortopédica en la que nos apoyemos. Es más, considero esto último como la aportación científica más importante de la historia.

Insisto: el reconocimiento de nuestra incapacidad para crear la complejidad de los sistemas naturales, ciclos y procesos, es la faceta más sabia de nuestra exclusiva sabiduría.

De poco nos vale cuando aplicamos la mayor parte de nuestras tareas a ignorar y por tanto acabamos siendo violentos contra lo que no sabemos. Elevamos así nuestra ignorancia a la enésima potencia.

No saber hacer lo que la Natura hace es el mejor regalo, la dádiva más afortunada que de lo espontáneo nos llega. Conviene no olvidar que se trata nada menos que de la más original y diestra de las creadoras. Además, la Natura resulta eficaz, eficiente, barata hasta la gratuidad y no descansa.

Ha puesto sobre la piel del mundo, a lo largo de su historia de 30.500 siglos, nada menos que 500 millones de formas vivas diferentes. Todas ellas supieron y saben vivir conviviendo, es decir, aceptando lo suficiente como lo único necesario. Todas ellas supieron despedirse de este planeta tras una media de dos millones de años de existencia, dejando algo mejor adaptado el lugar que ocupaban. Abro paréntesis para aportar la duda de que consigamos ser herederos desde el momento en que no consideramos hereditaria a la Natura, sus conocimientos y servicios.

Nadie sabrá nunca qué es realmente la vida, pero todos los vivos saben vivirla. Todos menos nosotros, los sabios para los que resulta necesario mucho, muchísimo más de lo suficiente. Por eso se lo quitamos a los otros saberes de este mundo. Lo hacemos inculto al destruir lo que la Natura sabe. Al acumular sin cuento, ni mucho menos cuentas. Porque si se tiene en cuenta a la vida, ninguna de nuestras cuentas saldría positiva.