UN POCO DE SAL
Iglesias evangélicas y patriarcado
20 de octubre de 2017 (19:57 h.)
Sabemos que las iglesias evangélicas llegaron a Bolivia a inicios del siglo XX favorecidas por los gobiernos liberales que promovían una “educación laica” y la merma del monopolio católico. Sin embargo, su presencia dio origen a nuevas formas de colonización. Con ideas teológicas pre-modernas enfocaron su mensaje en la “única salvación” posible a través de la Iglesia Evangélica, acompañada de “extirpación” de supuestas “idolatrías” en las culturas indígenas locales; todo ello sustentado en lecturas fundamentalistas de la Biblia.
Si bien algunas iglesias evangélicas, tras el impacto de la Teología de la Liberación en los años 60 y 70 han avanzado respecto a interculturalidad y ecumenismo, esos avances progresistas son parciales porque se sigue relegando la participación de la mujer en el liderazgo, sin lograr cambios significativos en la estructura y poder patriarcal. El patriarcado en la teología de las iglesias evangélicas bolivianas aún goza de muy buena salud. Persisten las violencias encubiertas; a las mujeres de las iglesias se les ofrece solo dos paradigmas posibles: o el de la Virgen María, figura desechada dentro de las iglesias evangélicas, o la “madre sacrificada”. Cualquier otra probabilidad (soltera, divorciada, lesbiana, etc.) está fuera de norma.
La interpelación de los grupos feministas al cristianismo en Bolivia se ha realizado utilizando términos y simbología de la Iglesia católica. “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”; “Ave María llena eres de rebeldía…” Esa crítica no hace visible lo que pasa dentro de las iglesias evangélicas, donde se naturalizan y encubren violencias con el respaldo de una lectura fundamentalista de la Biblia.
Los cambios en la estructura patriarcal de las iglesias evangélicas vendrán de sectores diferentes a las jerarquías, como son, por ejemplo, los colectivos ecuménicos que reflexionan críticamente sobre la situación de las mujeres y el patriarcado en las iglesias.
Pese a la descalificación que se hace a las mujeres que protagonizan esos grupos, es muy importante la apertura de esos nuevos espacios en los que se pueden oír voces que interpelen los dogmatismos culturales y religiosos; voces capaces de agitar un poco las tranquilas aguas del patriarcado eclesial evangélico.
Si bien algunas iglesias evangélicas, tras el impacto de la Teología de la Liberación en los años 60 y 70 han avanzado respecto a interculturalidad y ecumenismo, esos avances progresistas son parciales porque se sigue relegando la participación de la mujer en el liderazgo, sin lograr cambios significativos en la estructura y poder patriarcal. El patriarcado en la teología de las iglesias evangélicas bolivianas aún goza de muy buena salud. Persisten las violencias encubiertas; a las mujeres de las iglesias se les ofrece solo dos paradigmas posibles: o el de la Virgen María, figura desechada dentro de las iglesias evangélicas, o la “madre sacrificada”. Cualquier otra probabilidad (soltera, divorciada, lesbiana, etc.) está fuera de norma.
La interpelación de los grupos feministas al cristianismo en Bolivia se ha realizado utilizando términos y simbología de la Iglesia católica. “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”; “Ave María llena eres de rebeldía…” Esa crítica no hace visible lo que pasa dentro de las iglesias evangélicas, donde se naturalizan y encubren violencias con el respaldo de una lectura fundamentalista de la Biblia.
Los cambios en la estructura patriarcal de las iglesias evangélicas vendrán de sectores diferentes a las jerarquías, como son, por ejemplo, los colectivos ecuménicos que reflexionan críticamente sobre la situación de las mujeres y el patriarcado en las iglesias.
Pese a la descalificación que se hace a las mujeres que protagonizan esos grupos, es muy importante la apertura de esos nuevos espacios en los que se pueden oír voces que interpelen los dogmatismos culturales y religiosos; voces capaces de agitar un poco las tranquilas aguas del patriarcado eclesial evangélico.