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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Martina Hingis, el “vino rosa” que se hace más dulce con los años

La suiza, que deleitó en el 2000 con su juego exquisito en duelos ante Venus Williams, tiene ahora 37 años y sigue en la cima en dobles. Es la mujer que no se aparta de la cancha.
Martina Hingis, el “vino rosa” que se hace más dulce con los años



Aquella mujer que le dio vida a partidos épicos del tenis femenino en la década del 90 y también en el año 2000 sigue siendo implacable. Su nombre no solo suena en la memoria de aquellos que tuvieron el gusto de deleitarse con su hábil muñeca y sus sagaces movimientos. No. También se oye en los medios de la televisión y se lee en los periódicos del mundo.

Martina Hingis está vigente, de pie.

En los 90, cuando Estados Unidos proponía a los Back Street Boys en la industria de la música, también estaba “de moda” el apellido de la suiza, que brindaba espectáculos verdaderos sobre la cancha, sea cual fuere su adversaria.

Se encontraba en su mejor momento tenístico. Uno de los partidos más recordados de la helvética es el que protagonizó con la española Conchita Martínez, en 1998.

En dicho momento, ambas disputaban el Australian Open. La calidad que dicho compromiso entregó es pocas veces repetible: jugadas de ida y vuelta, la austucia de ambas en uno y otro punto.

En el mismo año, Hingis se midió con la también legendaria Mónica Seles, en las semifinales del Roland Garros.

Antes, en 1997, la llamada Emperatriz se encargaba de liquidar sin concesiones a la estadounidense Venus Williams. Se dio en la gran final del Abierto de EEUU, cuando la local cayó por la cuenta de 6-0 y 6-4, en un enfrentamiento que dejó sentadas las diferencias entre ambas.

Una, con la explosividad de su lado, la otra, con el potencial a su favor.

Lo cierto es que aquella vez, el padre de Venus, Richard, prefirió hacer caso omiso a la gran superioridad que expuso la suiza, que “paseó” a la ahora consagrada por la cancha.

En 2000, las cosas se dieron vuelta. Fue Venus quien eliminó a la helvétiva en las semifinales del Abierto de EEUU, en un choque que planteó que el panorama era distinto al de años atrás.

El marcador fue 4-6, 6-3 y 7-5.

Luego de haber protagonizado una explosión “prematura”, con solo 16 años, se dio el declive paulatino. Ello, al menos en lo que respecta en la modalidad de singles.

Hingis dejó de ocupar las portadas de los medios más prestigiosos del mundo en esa especialidad, sí. Le dio paso a las hermanas Venus y Serena, que se fueron al frente con total liderazgo.

En 2016 sucedió la “magia”.

Volvió a ser la número uno del mundo en dobles. Fue Sidney la ciudad que se encargó de elevarla nuevamente a las nubes, luego de 16 años en los que la tenista alimentó la paciencia con arduo trabajo.

Se encuentra ahora en lo más alto del ranking mundial de dobles WTA.

La última vez que Hingis estuvo en la cima de la especialidad fue en marzo de 2000. Dos años antes de ese año, Hingis se había adueñado de la cúspide, cuando tenía 17 años y era la sensación del tenis femenino.

Hasta el momento, ha logrado sumar 62 coronas en dobles y 43 en singles.

UN ADIÓS OBLIGADO El 2002 marcó el quiebre en la carrera de la “precoz” tenista (porque empezó a ganar torneos grandes de muy chica). Le pasó factura el desgaste de aquellos años de gloria sin descanso. La seguidilla de dolencias en sus ligamentos se hizo frecuente y, en consecuencia, llegaron también las operaciones.

A los 22 años, Hingis dijo “no va más” y decidió cortar su carrera, aunque ello sucedió de manera “temporal”. En 2006, la deportista retornó a la competencia y llegó a posicionarse en el sexto puesto del ranking mundial.

El 2007 fue, probablemente, uno de sus peores años. Dio positivo en un test de cocaína y eso motivó que volviera a anunciar el fin de su incursión en el tenis profesional. Doce meses después fue confirmada la prueba y la suspendieron por dos años.

EL GRAN REGRESO Superada la turbulencia, Martina quiso regresar a su pasión. Y lo hizo. En 2013 se dio la triunfal bienvenida como doblista, junto a Sania Mirza, su compañera de juego.

Desde entonces, la helvétiva se embolsilló nueve “grandes”.

Nada mal para la mujer que en los 90 enmudeció a los conocedores del buen tenis con su habilidad incontestable.

Hay medios que la han comparado con el proceso del vino, bebida que conforme pasa el tiempo se vuelve más exquisita.

16

Años pasaron para que Martina pudiera volver a ser la número uno en dobles. Ello se dio en 2016.