Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 09:52

ABAJO Y A LA IZQUIERDA

No me feliciten

No me feliciten
El Día Internacional o Nacional de la Mujer es una fecha tan ideal como el Día de la Madre para comprobar cuán enraizados están los estereotipos y roles de género en nuestra sociedad.

Lo triste es que, en medio de tanta indignación por las fatales consecuencias del machismo en Bolivia, seamos aún incapaces de diferenciar la celebración mercantilizada y banalizada de un “ser mujer” en esta fecha, del sentido original con que fue instaurada.

La presidenta Lidia Gueiler instituyó el 11 de octubre para reconocer la vida y obra de Adela Zamudio, una mujer autodidacta que fue capaz de superar los obstáculos y prejuicios de su época y de su clase, para abrazar la poesía y la literatura, espacios desde los cuales su espíritu sensible cuestionó la estructura patriarcal que condenaba a las mujeres a no aspirar a más que casarse y tener hijos, es decir a ser esposas y ser madres.

Y qué ironía, 37 años después, que precisamente en esta fecha, desde primeras horas del día, recibamos felicitaciones por ser mujer, madre, hija, ser vida, inspiración, fragilidad, protección, ejemplo de abnegación y sacrificio…

En esta fecha, simplemente no acepto felicitaciones por el hecho fortuito de haber nacido biológicamente hembra, y menos que me reclamen por no estar contenta y agradecida por el asueto o por quejarme de la retahíla de adjetivos que me lanzan como dardos y que caen en el vacío recordándome todo lo que no soy y se supone que deba ser para encajar en la “normalidad” de este sistema patriarcal.

“No se nace mujer: se llega a serlo”, afirmaba S. de Beauvoir. En Bolivia, el 11 de octubre se ha banalizado, transformándose en el día en que el machismo, de forma sutil y benevolente, nos da empujoncitos y refuerzos positivos para amoldarnos a los roles y funciones que se impone a una-buena-mujer. Y, claro, en su afirmación se marginaliza todas las demás posibilidades de realización que como seres humanos tenemos. Mientras que el no ser madres, no ser esposas, no ser hacendosas ni abnegadas o el no saber y además tampoco querer aprender a cocinar estén fuera de la posibilidad de celebrarse como una elección del ser -varón o mujer, no importa- no

me feliciten.