Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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INNOVACIÓN Y FINANZAS

La guerra de las plumas

La guerra de las plumas
Mientras casi todos tenemos una chamarra o chaqueta de plumas en Bolivia y el mundo, los grandes conglomerados textiles se enfrentan a una guerra de miles de millones de dólares por seguir haciéndonos vestir una prenda que ha llegado a todos los rincones y ha uniformado la vestimenta de la humanidad.

Las chamarras fueron un invento para vestir a los pilotos británicos en la Segunda Guerra Mundial, y desde entonces se las ha fabricado en todo tipo de tejido: cuero, nylon, polar, etc. Las chaquetas de plumas han sido una innovación destinada a dar comodidad y confort a los deportistas de montaña, quienes deben cargar en sus mochilas prendas de vestir livianas y térmicas.

En la cadena de valor de esta prenda existen varios actores, desde la fabricación de los polímeros, porque están hechas de fibras sintéticas. Están las empresas que hacen el hilo, los que fabrican el tejido, los que acaban y le dan color y tacto. Luego están las empresas que hacen el diseño y confección de la prenda; y finalmente los que venden al consumidor final.

Las chaquetas están fabricadas a base de tejidos sintéticos como Pertex, Primaloft, Ripstop, Schoeller, etc. Son tejidos muy resistentes y elásticos, que tienen como función ser impermeables al agua y la humedad, pero además dejan escapar la transpiración. Por otra parte, impiden que las plumas desgarren el tejido por dentro y que por fuera no sean muy frágiles. Además, son tejidos que ayudan a mantener el equilibrio térmico. Son de peso liviano y muy aceptables al tacto. Hay marcas registradas y producidas por grandes empresas como Dupont, Poulenc, etc.

En la confección están grandes empresas que ven el diseño y la venta al consumidor. En este último eslabón, hay empresas gigantes como la española Idintex, más conocida como Zara, que solo en el primer semestre de este año ha vendido en total casi el 50 por ciento del PIB boliviano, en sus más de 7.400 tiendas por todo el mundo.

Recientemente, Idintex ha lanzado su chaqueta de plumas ultra ligera en 50 dólares, para competir al gigante japonés Uniqlo que las vende en 85 dólares. Son dos concepciones distintas del mismo negocio. Compiten por ser la primera en el mundo. Mientras la primera ofrece prendas de última moda, la segunda ofrece prendas de alta calidad y durabilidad.

Mientras afuera se da esta guerra de millones de dólares, en Bolivia nuestra industria textil languidece con la competencia desleal de prendas de contrabando, ropa usada y prendas de origen chino que están muy por debajo del precio al que podría llegar la cadena de producción nacional. Atrás quedaron los tiempos en los que las grandes empresas textiles de Occidente empleaban a miles de obreros para fabricar hilos, tejidos y prendas de vestir en diferentes fibras, principalmente algodón, acrílico y lana.

Ya es imposible competir con los gigantes textiles de afuera. Sin embargo, la innovación en algunos eslabones de la cadena de labor es posible. De hecho, el diseño de prendas es una posibilidad demostrada por algunas diseñadoras que están ahora presentes en desfiles internacionales. En fibras naturales como la lana de los auquénidos, existe una gran posibilidad, ya que somos uno de los pocos países que tiene una gran población de llamas y alpacas. En modelos de negocio también es posible, de hecho existen empresas bolivianas que venden prendas tejidas a mano con materias primas de lana.