Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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OIKOS

Buscando un norte

Buscando un norte
Soy reacio a cualquier doctrina o teorización política, económica y social porque son constructos humanos que se contraponen al meollo del asunto en este planeta, la naturaleza y sus leyes.

En este contexto, cuando se habla de un “ecologismo socialista” visualizo nada más que otra excusa para dominar y explotar el entorno; pretexto de destrucción como lo fueron los conceptos de sostenibilidad y otras patrañas inventadas para continuar dándole rienda suelta a la sed de riqueza y poder.

Siendo uno de los países con mayor diversidad en el planeta, hubiera sido lógico que en Bolivia existan programas estrictos de conservación y hayan surgido modelos únicos de convivencia con la naturaleza. Pero mientras permanezcamos distantes a la dimensión real de lo que es ser parte de un entorno único y sobredotado de plantas, animales y microbiota propias, entonces seguiremos permitiendo la depredación de nuestros ecosistemas al ritmo de moda. Seguiremos mirando desde lejos como si no fuéramos, en parte, de la causa de esa depredación.

Y nuestra ignorancia acerca de la naturaleza no se resume a la biología y su subalterna la ecología, sino que también se extiende a lo político, social y económico. Y los que están en el Gobierno capitalizan sobre esta ignorancia. Los eventos recientes relacionados con el Tipnis y su potencial invasión por el sector cocalero, por ejemplo, los hemos reducido a un tema principalmente ambiental, cuando en realidad es un asunto que viene repleto de connotaciones a todo nivel que se fundamentan en el control de una de las zonas más prístinas del país.

Salir a las calles o hacer vigilias en pro de salvaguardar el Tipnis no será fructífero en tanto la lucha no se lleve al ámbito jurídico, político y económico. ¿Alguien ya hizo, por ejemplo, los cálculos de las ganancias económicas que nos reporta actualmente una zona tan rica y prístina? ¿Y cuáles serán las pérdidas económicas a corto, mediano y largo plazo de construir una carretera atravesando ese territorio y de deforestar para sembrar coca y otros? ¿Cuál sería el costo social de la política actual del partido de Gobierno y su deseo de control de la región?

Como en el caso de Coña Coña y Alalay, este tema del Tipnis no se resuelve solamente estudiando la naturaleza y desbordando conocimientos científicos.

Sabemos que los gobernantes locales y nacionales desoyen la lógica científica y argumentos revestidos de sentido común. Y estoy convencido que no es ignorancia, sino el deseo insano de forzar su propia visión de “progreso” y su agenda de control para fomentar y perpetuar su propio poder. Entonces, nosotros mismos debemos forzarnos a pensar multidimensionalmente. Ya necesitamos fortalecer jurídicamente la defensa de la naturaleza, pero para ello necesitamos no solo el apoyo de juristas competentes, sino también de sociólogos, antropólogos, comunicadores, ingenieros y otros que lleven la lucha al mismo despacho de las autoridades y en términos políticos, sociales y económicos.

Los que estamos dentro del campo de las ciencias naturales continuaremos proveyendo las bases de esa lucha, el conocimiento que dicte qué y hasta dónde podemos explotar y cuándo y cómo debemos conservar, proteger y manejar nuestro entorno.