DESDE AFUERA
Las PASO 2017: plebiscitando el neoliberalismo
Si algo caracterizó al oficialismo es la abierta confrontación con la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner. En los casi dos años de mandato, el Gobierno construyó su legitimidad en las antípodas de un enemigo encarnado en CFK, al que se le atribuyeron todo tipo de males aglutinados bajo el rótulo de “pesada herencia”, de modo de esquivar el bulto a la responsabilidad por el cambio de rumbo económico y político. Cambiemos inició de este modo una agresiva política revanchista, y con el poder mediático y cierto apoyo del Poder Judicial, no dejó pasar un día de su mandato sin invocar la imagen de CFK como la encarnación de la corrupción. Mediante denuncias, procesamientos e imputaciones, todo tipo de artillería —legal o comunicacional— ha sido proferida. A su vez, la coalición oficialista liderada por el Pro inició un fuerte proceso de deskirchnerización de la sociedad, erosionando los programas sociales de distribución del ingreso, el apoyo a la ciencia y la tecnología, los incentivos para el consumo y la producción, e incluso desde lo simbólico —borrando murales o cambiando el nombre de museos y centros culturales—.
Por otra parte, la moda regional de la lucha contra la corrupción no fue aplicada con rigor cuando se trata del propio Gobierno, y los escándalos de negociados de personajes claves como el propio Presidente, la vicepresidenta o la incompatibilidad de funciones entre ministros clave —ex CEOS de empresas a las que en funciones beneficiaron alevosamente— no pasaron desapercibidos a pesar del fuerte intento de blindaje mediático. Sin embargo, el punto central para explicar un creciente descontento en buena parte de la sociedad con el actual oficialismo se debe a factores más pragmáticos que ideológicos: la inflación no solo no bajó, sino que ha aumentado exponencialmente el pasado año, el incremento del desempleo, el tarifazo —que supuso un aumento de hasta el 500 por ciento de los servicios básicos—, el grotesco endeudamiento y la subida del dólar, hicieron mella en la población.
El mayor error del oficialismo de cara a los comicios ha sido extremar la confrontación y poner en el epicentro de la polarización a la provincia de Buenos Aires, la cual alberga nada menos que el 40 por ciento del padrón electoral. CFK tardó en anunciar su candidatura, prácticamente no ha dado entrevistas, no se presenta con su anterior coalición —Frente para la Victoria (FPV)— ni tampoco por el partido de su juventud —el Partido Justicialista (PJ)—. Sin embargo, en todas las mediciones se encuentra encabezando en primer lugar con el frente Unidad Ciudadana —recientemente creado por ella para estas elecciones— con un porcentaje que oscila de 34 por ciento a 40 por ciento (...).
(Tomado de www.celag.org)