Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

¿Un nuevo Irak en Latinoamérica?

¿Un nuevo Irak en Latinoamérica?
Sin que se sepa qué derecho le asiste y haciendo gala de su —unilateral, vencida, anacrónica y prepotente— pose de gendarme de la “democracia” planetaria, el presidente de EEUU, Donald Trump, amenazó el viernes con utilizar la fuerza militar de su país como "opción" en Venezuela, contra cuyo Gobierno había liderado una ofensiva diplomática desde que llegó en enero a la Casa Blanca.

"Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesario", dijo Trump, flanqueado por su secretario de Estado, Rex Tillerson; su embajadora ante la ONU, Nikki Haley; y su asesor de seguridad nacional, Herbert Raymond McMaster. "Tenemos tropas por todo el mundo, en lugares muy, muy alejados. Venezuela no está muy lejos", agregó el Presidente, al afirmar que el país caribeño está sumido en un "lío muy peligroso".

La amenaza llegó apenas días después de que Trump calificara por primera vez al presidente venezolano, Nicolás Maduro, como un "dictador". Aunque Trump llegó a la Casa Blanca con promesas de no intervencionismo, Venezuela ha estado en su punto de mira desde el primer día y ha sido uno de los principales asuntos encima de la mesa en sus conversaciones con mandatarios latinoamericanos.

Esa ofensiva vino de la mano de los esfuerzos en la Organización de Estados Americanos (OEA), con el denominado "grupo de los 14" países que promovieron en el organismo liderado por Luis Almagro aislar a Maduro y forzar cambios en Venezuela. Sin embargo, las presiones de EEUU a Caracas aumentaron a medida que se acercaban las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente del 30 de julio, un organismo que Trump considera "ilegítimo" y que no reconoce.

La respuesta del país agredido no se hizo esperar. De inmediato, el ministro de Comunicación venezolano, Ernesto Villegas, se quejó en redes sociales: “La de Trump es la más grave e insolente amenaza jamás proferida contra la patria de Bolívar". "Desde el preámbulo de su Constitución, Venezuela se declara irrevocablemente libre e independiente". Aseguró que esas amenazas solo consiguen unir a ese pueblo en defensa de su soberanía.

Ahora bien, en primer lugar, como lo hemos hecho cada vez que de Venezuela hablamos, diremos que no estamos tampoco de acuerdo con el pleno respaldo que nuestro Gobierno le viene ofreciendo a su par liderado por Maduro. Son muchos y muy severos los errores y delitos que ha cometido el Ejecutivo de la nación hermana, entre medidas autoritarias y errantes acciones económicas y de política internacional. Ello, sin embargo, no justifica de modo alguno la en verdad insolente bravuconería del país más poderoso del orbe contra el latinoamericano, dueño de las mayores reservas de petróleo del mundo, con lo que ya se sabe por dónde va el asunto.

La historia del intervencionismo estadounidense es larga y sangrienta. A confesión de parte, relevo de pruebas: sus mismos documentos de inteligencia luego desclasificados evidencian que, en resguardo de sus intereses particulares, Estados Unidos promovió la violencia y la desestabilización económica y social en Cuba, Guatemala, República Dominicana, Perú, El Salvador, Nicaragua y Chile, para solo mencionar los casos de la región más notorios (porque la injerencia es generalizada, sin que Bolivia ni los demás hayan sido excepciones).

Y, en el resto del planeta, bien conoce el lector lo acaecido por ejemplo en Afganistán, Libia o Irak, países que, tras la incursión de marines norteamericanos que derrocaron gobiernos, se han visto sumidos en la más profunda miseria y un terrible caos, sin que hasta el momento puedan salir de ese estado. Así, nos preguntamos si eso es lo que buscan quienes con o sin razón se oponen al Gobierno chavista. ¿Valdrá la pena exponer a un pueblo a la invasión y la guerra antes que asumir la responsabilidad del diálogo y el rechazo a la interesada intervención externa?