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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Los excéntricos hábitos de Einstein y qué lecciones útiles nos enseñan

Los excéntricos hábitos de Einstein y qué lecciones útiles nos enseñan
Según el autor Marc J. Seifer, el célebre inventor y físico Nikola Tesla flexionaba los dedos de sus pies todas las noches para estimular sus células cerebrales. Isaac Newton, mientras tanto, alardeaba sobre los beneficios del celibato, algo que también practicó Tesla aunque, posteriormente, llegó a decir que se había enamorado de una paloma. Desde Pitágoras y su prohibición de comer frijoles hasta Benjamín Franklin y sus "baños de aire" sin ropa, el camino hacia la grandeza está repleto de hábitos verdaderamente peculiares.

Según las últimas evidencias, cerca del 40 por ciento de lo que diferencia a los "cerebritos" del resto de mortales en la adultez tiene su origen en factores ambientales. Nos guste o no, nuestros hábitos diarios tienen un poderoso impacto sobre nuestros cerebros, dando forma a su estructura y modificando nuestra forma de pensar.

Y entre todas las grandes mentes de la historia, probablemente el maestro de combinar la genialidad con hábitos raros fue Albert Einstein.

Se sabe que dormir es bueno para el cerebro, pero Einstein se tomó ese consejo más en serio que la mayoría. Supuestamente dormía al menos 10 horas al día (el estadounidense promedio duerme hoy 6.8). Muchos de los avances más radicales en la historia de la humanidad, incluyendo la tabla periódica y la estructura del ADN, supuestamente surgieron mientras sus descubridores estaban inconscientes. También la teoría de la relatividad de Einstein, que se le ocurrió cuando soñaba con vacas electrocutadas. Cuando caemos dormidos, el cerebro entra en una serie de ciclos. Cada 90-120 minutos fluctúa entre el sueño ligero, sueño profundo y la fase REM (movimiento ocular rápido) que, hasta hace poco, se creía desempeñaba el rol principal en el aprendizaje y la memoria. "Pasamos el 60 por ciento de nuestra noche en un sueño no REM", enfatiza Stuart Fogel, neurocientífico de la Universidad de Ottawa, Canadá. Ese tipo de sueño se caracteriza por rápidas ráfagas de actividad cerebral. Ocurren miles de veces en la noche y cada una dura solo unos pocos segundos. Conocidas como huso del sueño o ritmo sigma, comienzan con un aumento de energía eléctrica generado por las estructuras profundas del cerebro. El principal responsable es el tálamo, una región que actúa como el principal "centro de comunicaciones" del cerebro. Curiosamente, quienes tienen más incidencias de husos del sueño tienden a tener una mayor "inteligencia fluida", la habilidad para resolver nuevos problemas, usar la lógica en nuevas situaciones, e identificar patrones. Es la clase de inteligencia que Einstein tenía en abundancia y guarda consonancia con su menosprecio por la educación formal y su recomendación de "nunca memorizar algo que puedas consultar". Aún no se sabe por qué esas ondas serían beneficiosas, pero Fogel cree que podría tener que ver con las regiones activadas en el cerebro (el tálamo y la corteza cerebral). Afortunadamente para Einstein, también tomaba siestas regularmente. Según una leyenda apócrifa, para asegurarse de no excederse solía reclinarse en su sillón con una cuchara en la mano y un plato de metal directamente debajo. Se permitía entonces caer dormido por un segundo, despertándose con el sonido que hacía la cuchara al caerse.

Para Einstein su caminata diaria era algo sagrado.

Al ir y volver a la Universidad de Princeton, EEUU, recorría en total unos cinco kilómetros. Hay muchas evidencias de que caminar mejora la memoria, la creatividad y la solución de problemas. Si lo piensas, no tiene mucho sentido. Es algo que distrae el cerebro de tareas más intelectuales y te fuerza a concentrarte en poner un pie delante del otro y no caerte (...).