Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 18:38

Ser madre en San Simón

Ser madre en San Simón
Un estudio sobre oportunidades de género en procesos institucionales y académicos de docentes de la UMSS y la experiencia propia develan lo complicado que resulta para las mujeres conciliar la docencia con la vida familiar en un mundo por excelencia patriarcal, como es el de las instituciones de educación superior. Empero, es necesario reconocer que en muchos casos la labor docente en el ámbito femenino se adapta con gran plasticidad a los roles de cuidado asignados por tradición y cultura a las mujeres. En mi caso, debo a la universidad, y a las pocas horas como docente que tengo, la oportunidad de haber logrado compartir con mi hija extensas horas fundamentales para construir lazos emocionales sólidos y para apoyarla en su formación. El panorama cambia cuando una como docente decide crecer en su carrera académica y política (ambas lastimosamente selladas por la politiquería). No hablaré aquí de las trabas que aparecen debido a las evaluaciones bajo parámetros de reglas masculinas ni de los principios de cooptación imperantes ni de la extrema violencia psicológica e incluso física que implica transitar por la vida política en San Simón ni de la discriminación. Hablaré de las trabas por las que atravesamos las madres en pos de incrementar nuestra carga horaria, de ocupar labores investigativas, de dirección académica y liderazgo.

Uno de los escollos principales se sustenta en los vínculos estructurados bajo parámetros de gestión académica y administrativa de extrema racionalidad, inflexibilidad y frialdad, que hacen en extremo difícil conciliar la vida personal y familiar. Al tratarse de una gestión administrativa arcaica de tiempos del siglo de las luces, estanca, compartimentada, cuya máxima aspiración es cumplir a topa tolondras las ocho horas-nalga, se crean barreras sostenidas además por una espesa burocracia que dificultan la implementación de gestiones más creativas, inteligentes y flexibles que puedan contemplar, por ejemplo, el cumplimiento de resultados por objetivos. Otro tema son las inhumanas y larguísimas jornadas exigidas a hombres y mujeres en sus funciones de investigación, dirección o jefaturas, que implican sacar de las ocho horas laborales la carga académica y trabajar de 12 a 14 horas diarias, lo cual significa, en el caso de muchas docentes, llegar al hogar para dar el beso de buenas noches a sus hijos y continuar trabajando por otras dos o tres horas más en la casa. Una traba más es la ausencia de “guarderías” para los niños de docentes y administrativos, lo cual incumple la normativa. Y está la cereza de la torta: la todavía latente cultura machista de muchos compañeros que, en el mejor de los casos, creen hacerlo maravillosamente “ayudando” en las tareas de cuidado y no involucrándose en igualdad de condiciones en las mismas.

Varias han sido las consecuencias de este régimen para muchas madres docentes: divorcios, abandono emocional de los hijos, estrés, depresión y enfermedad. ¡Qué caro nos cuesta el éxito académico a las mujeres! ¿Soluciones? Propongo dos que pueden mejorar significativamente la calidad de vida de todos, incluidos los docentes, administrativos y sus familias. La primera: pensar en un régimen de gestión administrativa más flexible, dinámico y creativo, que contemple además reducir a seis las horas de trabajo cuando estas se combinan con clases en aula; y la segunda, la creación de centros de cuidado, juego y formación para los hijos del sector docente y administrativo. Qué maravilloso sería contar con un lugar seguro donde ellos puedan aprender, jugar, relacionarse, cuidarse, divertirse.