Cuatro atentados terroristas provocaron unos 50 muertos y 100 heridos en Afganistán, en una de las jornadas más sangrientas de ese país en meses.

Los atentados fueron reivindicados por los talibanes, un grupo radical afgano apoyado por Pakistán.

En dos de los atentados, se registraron al menos 30 muertos y 80 heridos en la capital, Kabul. El primero fue motivado por un suicida que detonó una bomba que tenía adherida al cuerpo cuando se hallaba en un edificio anexo al Parlamento. Casi de manera simultánea estalló un cochebomba en el mismo lugar. 

El portavoz talibán Zabihulá Muyahid aseguró que las explosiones tenían como objetivo afectar a la principal agencia de inteligencia de Afganistán.

La mayoría de las víctimas son civiles y entre ellos hay empleados del Parlamento, aunque se cree que ningún congresista resultó afectado.

En el tercer atentado, otro suicida había matado a siete personas al hacer estallar una bomba que portaba en la ciudad de Lashkar Gah, en la conflictiva provincia de Helmand.

Finalmente, otras 12 personas murieron en un ataque contra la residencia del gobernador de la provincia de Kandahar. El atentado hirió al gobernador de la provincia y al embajador en Afganistán de Emiratos Árabes Unidos.

Reiterados intentos para lanzar negociaciones con los talibanes fracasaron recientemente y se espera que tras el invierno comience una nueva temporada de violentos enfrentamientos.