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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Trump, su mundo y los “otros”

Trump, su mundo y los “otros”
Día que pasa conocemos un poco más a quien será presidente de Estados Unidos desde el 20 de enero que se avecina, Donald Trump. Se trata, por donde se mire, de un pequeño rey sumergido en su propio mundo de rico al que le sirven otros; con sus propias reglas autoritarias que le han permitido ganar lo que ha ganado; con su propia forma de hablar que discrimina y agrede todo el tiempo; con sus propias lógicas en las que el centro de ese planeta es él.

El resto del mundo no existe para Trump, salvo que primero él le abra la puerta para que se acoja a sus reglas, soporte ser maltratado, jamás le lleve la contra y peor le critique si no quiere ser insultado.

Ese es, hasta donde se ve, Donald Trump. El último impasse con la actriz Meryl Streep así lo demostró. La tres veces ganadora del Oscar dijo el último domingo al recibir el premio Cecil B. DeMille a la trayectoria en el evento Los Globos de Oro: "Gracias a la prensa extranjera de Hollywood. Todos los que estamos aquí pertenecemos a varios de los sectores más vilipendiados del mundo, piensen en ello: Hollywood, extranjeros y la prensa. ¿Pero quiénes somos nosotros? ¿Qué es Hollywood? Gente de un montón de sitios (…); Hollywood está lleno de forasteros y si los echas a todos no tendrás nada que ver salvo fútbol y artes marciales que no son arte (…)

Ha habido muchas interpretaciones potentes este año. Trabajos que nos han dejado sin aliento. Pero este año ha habido una que me ha impresionado. Y no porque fuera buena, no había nada de bueno en ella, pero fue efectiva e hizo su trabajo. Hizo que todo su público se riera. Fue ese momento, en el que la persona que luchaba por sentarse en el asiento más respetado del país (se refería a Trump) imitó a un reportero discapacitado, alguien a quien superaba en privilegio, poder y en la capacidad de defenderse. Me rompió el corazón cuando lo vi y aún no me lo puedo sacar de la cabeza. No era una película, era la vida real. Y ese instinto de humillar, cuando además lo ejemplifica alguien con una plataforma pública con ese poder, se filtra a todos los ámbitos, le da permiso a otras personas a hacer lo mismo. La falta de respeto invita a la falta de respeto, la violencia invita a la violencia. Cuando los poderosos utilizan su poder para acosar a otros, todos perdemos.

Y esto me lleva a la prensa, necesitamos a la prensa, que saque a la luz todas las humillaciones. Por eso los fundadores consagraron a la prensa y a sus libertades en nuestra Constitución. Por eso pido a todos aquí que apoyemos a nuestros periodistas. Nosotros los necesitaremos para seguir adelante, y ellos nos van a necesitar a nosotros para salvaguardar la verdad”.

Aunque explícitamente Trump no había sido mencionado por la actriz, él se sintió atacado y su respuesta fue insultarla con palabras como “lacaya”.

Como se podrá ver, se trata de un rey chiquito que ocupará pronto un trono grande, pero amenaza con sus actitudes y palabras convertirlo en una expansión de su pequeño mundo en el que está acostumbrado a atropellar a la gente. Para él, el “otro” como ser humano con una forma de pensar y de ser diferente no existe. O se es como él o no se es.

Grave, por donde se mire, que los estadounidenses hayan optado por una persona que representa, en el fondo, lo más triste de la historia de ese país: la negación del “otro”, que incluye al migrante, al no estadounidense, al no rico, al no poderoso, al que no piensa igual que los “civilizados”, los “pensantes”, “los del primer mundo”.

En un segundo, Trump tiene la capacidad de llevarnos mentalmente hasta los años 60 y 70 en los que el mundo, sobre todo de este lado, era el patio trasero de Estados Unidos en medio de una guerra fría entre ese país y la entonces Unión Soviética. Ellos eran los “civilizados”, nosotros los “salvajes”, los “otros”.