UN POCO DE SAL
Confunden sociedad con parroquia
30 de junio de 2016 (20:01 h.)
¿Por qué algunos grupos conservadores de iglesias cristianas —incluso grupos de la Iglesia católica— rechazan la Ley de Identidad de Género? ¿Por qué les parece “atentatoria a los derechos de todos” una ley que permite ejercer el derecho a la identidad de género de una minoría social marginada y estigmatizada?
Las instituciones religiosas argumentan que la ley no fue consensuada con la mayoría del país; que va contra la “familia natural” y las “leyes de la naturaleza y la biología”. Asimismo, se proclaman “defensoras de los valores de la familia”, “portadoras de la verdad” ante la “amenaza de la ideología de género”.
Estas frases señalan el meollo del problema: las iglesias pretenden monopolizar “la” verdad —incluso en el ámbito público— sobre importantes temas relativos al ámbito privado y a la relación familiar: las formas de construir familia, el amor, la sexualidad, la procreación, el placer, la anticoncepción, el aborto, la identidad biológica y de género, etc.
A partir de descalificar a los estudios de género como “ideología”, desconociendo su carácter de estudios científicos, consideran la transexualidad o la transgeneridad como perversión del “diseño original”. No reconocen a personas gais, lesbianas y transexuales como sujetos con plenos derechos. Cuanto más, consideran a esas personas objetos de misericordia.
En la comprensión de su rol en la sociedad, las iglesias cristianas muestran no haber asimilado lo que es una sociedad moderna, plural y laica en lo que hace al ámbito público. Están estancadas en una concepción feudal-teocrática de lo social y lo político. Del hecho de que la mayoría estadística del país se asuma “religiosa” y “cristiana”, pretenden imponer un modelo de sociedad que ya no existe, y pasan a la pretensión de monopolizar la verdad y constituirse en rectoras y tutoras de la moral en la sociedad.
Por ello, es necesario recalcar que, en una sociedad plural, el ámbito y el espacio público son escenarios de respeto a los otros y otras y, por ello, los funcionarios no pueden ser sino laicos. Es la base para que se garanticen los derechos de todas las personas y grupos sociales. Al confundir sociedad con parroquia, las iglesias cristianas reflejan al mundo moderno todo lo contrario a la memoria liberadora de Jesús de Nazaret.
Las instituciones religiosas argumentan que la ley no fue consensuada con la mayoría del país; que va contra la “familia natural” y las “leyes de la naturaleza y la biología”. Asimismo, se proclaman “defensoras de los valores de la familia”, “portadoras de la verdad” ante la “amenaza de la ideología de género”.
Estas frases señalan el meollo del problema: las iglesias pretenden monopolizar “la” verdad —incluso en el ámbito público— sobre importantes temas relativos al ámbito privado y a la relación familiar: las formas de construir familia, el amor, la sexualidad, la procreación, el placer, la anticoncepción, el aborto, la identidad biológica y de género, etc.
A partir de descalificar a los estudios de género como “ideología”, desconociendo su carácter de estudios científicos, consideran la transexualidad o la transgeneridad como perversión del “diseño original”. No reconocen a personas gais, lesbianas y transexuales como sujetos con plenos derechos. Cuanto más, consideran a esas personas objetos de misericordia.
En la comprensión de su rol en la sociedad, las iglesias cristianas muestran no haber asimilado lo que es una sociedad moderna, plural y laica en lo que hace al ámbito público. Están estancadas en una concepción feudal-teocrática de lo social y lo político. Del hecho de que la mayoría estadística del país se asuma “religiosa” y “cristiana”, pretenden imponer un modelo de sociedad que ya no existe, y pasan a la pretensión de monopolizar la verdad y constituirse en rectoras y tutoras de la moral en la sociedad.
Por ello, es necesario recalcar que, en una sociedad plural, el ámbito y el espacio público son escenarios de respeto a los otros y otras y, por ello, los funcionarios no pueden ser sino laicos. Es la base para que se garanticen los derechos de todas las personas y grupos sociales. Al confundir sociedad con parroquia, las iglesias cristianas reflejan al mundo moderno todo lo contrario a la memoria liberadora de Jesús de Nazaret.