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Libro de memorias revoluciona el rubro editorial en Colombia

Libro de memorias revoluciona el rubro editorial en Colombia

Memoria por correspondencia, que reúne las cartas en las que la pintora Emma Reyes rememoró su infancia para el intelectual Germán Arciniegas, logra en Colombia algo tan extraordinario como la historia que cuenta: ser el libro revelación y marcar un hecho histórico y poco frecuente para el mundo editorial latinoamericano.
El texto, de sólo 207 páginas, ganó a los cinco meses de haber salido de la imprenta, en abril de 2012, el Premio al Mejor Libro de Autor Colombiano de No Ficción y catapultó a la fama a la pequeña y hasta entonces casi desconocida editorial Laguna Libros.
Memoria por correspondencia es una historia epistolar, escrita a través de los años desde los recuerdos de Emma Reyes, nacida en Bogotá en 1919 y fallecida en Burdeos (Francia) en 2003.
En una entrevista con EFE, Felipe González, responsable de Laguna Libros, el sello elegido por la Fundación Arte Vivo Otero Herrera (Favoh) para publicar lo que críticos y lectores consideran el “libro revelación” en Colombia, dice que todavía hoy mira con sorpresa los números de los pedidos.
“Muchas personas me decían que era una locura publicar este libro, cartas de una artista plástica (...)”, dice González. El atractivo de esta memoria viene no sólo de lo que cuenta, la novelesca infancia de una niña sin padres y sin apellidos, fruto de unas relaciones prohibidas, que recorrió la Colombia de comienzos del siglo XX entre privaciones, travesuras y encierros, sino sobre todo de que Reyes fue capaz de contarlo como si aún fuera una niña.

El proceso creativo

La pintora tenía 50 años cuando en 1969 empezó a rememorar su infancia en las cartas que juiciosamente envió a su amigo el ensayista, político e historiador Germán Arciniegas, en palabras de González “el intelectual más influyente en el siglo XX en Colombia”.
Arciniegas estaba tan entusiasmado con las cartas de Emma que llegó a mostrárselas a Gabriel García Márquez, lo que molestó profundamente a la pintora, que cortó la correspondencia varios años, según contó González.
Lo cierto es que tiempo después fue Arciniegas quien le dio a Reyes la fórmula para poder superar su miedo a escribir y publicar un libro: “cuéntamelo por carta”, le propuso. Las cartas, escritas entre 1969 y 1997, sólo arrojan luz sobre un corto periodo de la intensa vida de la artista, que comenzó a pintar en Buenos Aires en 1943, trabajó en los talleres de Antonio Berni y Diego Rivera y estudió en Francia, donde triunfó definitivamente, de acuerdo con la biografía de la Favoh.

Historias

Esa biografía no cuenta, pero sí lo hacen las cartas, cómo Emma y su hermana Helena terminaron en un convento tras haber sido abandonadas por la “señora María”, la mujer que probablemente fuera su madre y estuvo con ellas en sus primeros años.
Tampoco cuenta las penurias en una casucha de un barrio popular de Bogotá, donde empiezan sus recuerdos, las visitas del señor elegante que se llevó al niño que vivía con ellas, el abandono de otro bebé de la “señora María” cuando fueron llevadas al campo y pasaron a ser criadas por una india que también las abandonó.
Toda esta historia fue ocultada por Emma y su hermana durante 20 años por un pacto de silencio que sellaron al entrar en el convento, donde pasaron años bordando prendas litúrgicas.
Emma era bizca y aun así bordaba en jornadas extenuantes. Las monjas le curaron el estrabismo con unos anteojos muy especiales. “Eran muy simples, dos cuadros de cartón negro bastante fuerte amarrados con alambres, en el puro centro de cada cartón había un único hueco hecho con una aguja. Si quería ver, tenía que mirar por el hueco. Si no, no veía nada. Maravilloso remedio”.