Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Nueva historia de la literatura boliviana

Nueva historia de la literatura boliviana
El IV Volumen de la Nueva Historia de la Literatura Boliviana del insigne escritor Adolfo Cáceres Romero es una obra de investigación y conocimiento literario e histórico de la mayor importancia, de enorme enriquecimiento intelectual y absolutamente imprescindi- ble en toda labor que intente señalar valores o precisar expresiones cognitivas sobre la multifacética historia de nuestro país, y en diversos campos de la expresión literaria.

En sus páginas, surgen figuras excelsas, a partir del Modernismo Boliviano, la Poesía Tradicionalista, la Poesía Social y los Poetas de la tendencia comprometida con la realidad nacional, los cantores de las minas, de las guerrillas y el mar. Es a este último capítulo al que deseo referirme especialmente.

Se preocupa el autor de un tema histórico sensible y siempre actualizado, el tema de la usurpación territorial, la mediterraneidad y el enclaustramiento de Bolivia desde la Guerra del Pacífico. Investigador a ultranza, encuentra graves errores en los relatos históricos clásicos, los que atañe a la pedagogía, al ser nacional y al conocimiento de la veracidad histórica; y como afirma con énfasis: “Me lancé por el camino de los visionarios empeñados en rectificar los errores de la historiografía nacional”. Valientemente denuncia que autores de bibliografía descuidada y exigua de la "Historia de Bolivia" encubren a los verdaderos culpables del desastre; a quienes organizaron la Gran Traición; los enumera en sus gestos de antipatria al biografiar a los historiadores esencialmente verídicos. Argumenta con detalles significativos cuando nos aproxima a Santiago Vaca Guzmán en sus escritos argentinos de 1881-82, a Gabriel René-Moreno, en "Daza y las bases chilenas de 1879", a Raúl Murillo y Aliaga, en "La Quinta División"; a Hugo Roberts Barragán, en "Gran traición de la Guerra del Pacífico", a Nataniel Aguirre en “La Guerra del Pacífico”, a Roberto Querejazu Calvo, en "Guano Salitre y Sangre". Yo agregaría a Miguel de los Santos Taborga en “Correspondencia sobre la Traición de Camarones” y a Edgar Oblitas Fernández en “La Polémica en Bolivia”.

Sobre todo estudia a Santiago Vaca Guzmán en su polémica con Rufino Elyzalde sobre “El Derecho de Conquista y la Teoría del Equilibrio en América Latina”, 1881. “Bolivia Origen de su nacionalidad y sus derechos territoriales”, 1882. El primero vigente, de sólida argumentación y validez actualizada cuando Bolivia presenta su denuncia contra Chile ante el Tribunal Internacional de Justicia. Obras de profunda trascendencia casi imposibles de obtener. Cáceres con airado patriotismo se pregunta: ¿Por qué no se reedita esta obra como un ideario boliviano? ¿Acaso no es una de las tareas del Ministerio de Educación y el de Cultura preservar el patrimonio cultural boliviano? Como exsenador hago mío su cuestionamiento luego de conocer las falencias del Ministerio de Cultura sobre el tema Tiwanaku, el descuido en la restauración de la pirámide de Akapana y los fallidos gestos administrativos.

Enfatizo un pensamiento del autor que deja en la interioridad una impronta de fuego cual saeta clavada en el alma: “En el capítulo no se trata de una celebración, jamás podrá serlo mientras el mar boliviano esté cautivo. Mar arrebatado e irrenunciable. No tuvimos tiempo de disfrutar de la maravilla de sus olas, como lo hacemos con nuestras montañas y selvas amazónicas”.