En un mundo globalizado, las personas priorizan la satisfacción de sus necesidades, y en muchos casos, confundiendo el medio con el fin, que debiera resumir felicidad. Los seres humanos, nos hemos acostumbrado a vivir en función del dinero; los medios de comunicación conjuntamente a la mercadotecnia promueven el consumerismo contrarrestado por la economía de la salud y el bienestar. Es decir, primero la gente se enferma con estrés, herpes, diabetes y sus problemas deberán ser solucionados con medicamentos reconocidos o alternativos; y en muchos casos, ni el dinero generado provoca la recuperación de la salud, recordando con ello el antiguo refrán: El diablo no sabe para quién trabaja, motivo por el cual, la acción comunicacional y la política de Estado deben encaminar el fortalecimiento de la educación crítica, alejada del irrespeto a uno mismo y, por supuesto, a nuestros semejantes, destacando que, los seres humanos nos equivocamos porque no hacemos meditación en función de las leyes naturales y divinas. Las interacciones de la vida, nos enseñan la importancia del punto de equilibrio vinculado a la consolidación de felicidad momentánea; la prolongación sostenible de la misma se asocia al manejo racional y complementario de nuestros conocimientos, vivencias e inteligencia emocional.

La presente semana, me ocurrió algo interesante, un “competidor mental”, alejado del trabajo en equipo criticó la soberbia ajena, sin tener el mínimo cuidado de hacerse una autoevaluación; peor aún,confundiendo la expresión con la restricción o impedimento para decir la verdad, que a algunos incultos les molesta, sencillamente porque el secreto de la dominación, se encuentra en la profundización de la ignorancia, el amedrentamiento, que tergiversa el derecho a la libertad de expresión crítica y por supuesto el pensamiento basado en la tolerancia cuyo objetivo es provocar fortalecimiento de la calidad y calidez de vida.

Los seres humanos ejercen el poder, reflexionando que el mismo se asocia al liderazgo y al trabajo en equipo alejado del prejuicio, permitiéndonos el presente argumento, entender una causa vital para la merma de la productividad asociada a las malas relaciones humanas y acción comunicacional que niegan institucionalidad en el ámbito de la organización a cualquier nivel, provocando estrés y en algunos casos la extinción con gasto.

Lo importante en cualquier nivel, es hacer las cosas con vocación, disfrutando, trabajando en equipo, sabiendo que en el ámbito generacional, nuestras acciones y pensamiento van a promover mejora continua y expansión cultural con mayor nivel de felicidad, nadie se lleva el poder o la riqueza material al infinito, lo único que queda es pensamiento crítico con energía positiva en función de la vivencia estable y comprometida.