Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Otro fracaso anunciado

Otro fracaso anunciado
¿Postergar o no postergar? Que la cima por la revolución de la salud se convierta en una sima es un hecho indesmentible. Porque ni uno ni otro de los bandos en contienda puede aportar nada de fondo.

Mientras los dueños del sistema, los que se dicen sus trabajadores, están inhabilitados para sugerir algo pues han demostrado que sólo les interesa el presupuesto y la forma de disfrutarlo; tampoco sus contrarios están mejor pues no se percibe una visión real de la salud sino el simple manejo de hospitales, horarios y usufructo de infraestructuras.

Porque la salud no es únicamente la medicina curativa, que es lo más probable que se discuta como punto central, y que no es posible satisfacer en un ambiente donde no sólo faltan especialistas sino que hay que extenderla a la prevención, que no es la ideal, y la rehabilitación que anda en pañales. Es más, los conceptos de salud están cambiando continuamente y tampoco se reducen ya al tratamiento de esta o aquella etiología sino a la atención del concepto mismo de salud, que tampoco es la simple ausencia de enfermedad.

De otra parte, es tan grande el abismo que existe entre la Universidad y la colectividad, el bien común; que mientras la primera sigue en su castillo liberal de rendimiento económico, con un disfraz socialista; el pueblo en su conjunto no tiene ni respuesta ni referente en la Casa Superior de Estudios y sólo acude a ella en busca de estatus social o comercial.

Y ninguna cumbre o concilio o lo que fuere, ni siquiera suponiendo las mejores intenciones, puede abordar temas sino reducirse a abortarlos. No se puede esperar pues nada del encuentro y más todavía cuando tenemos una concepción mercantil del sistema, de un lado, y un vacío conceptual del otro; porque si se quiere rescatar algo del pasado, el sistema como tal no existía en el Incario y el médico iba a domicilio cuando era necesario; pero hospitales, como los conocemos, o sistemas como los que usamos, no existían; aunque quienes han estudiado las sociedades anteriores a la conquista se maravillan por su organización, salud y educación.

Discutir si los “trabajadores” son los dueños, o los profesionales del sector o los pacientes, es intrascendente; porque no contribuye sino a sectarizar más el tema de por sí secuestrado a la sociedad.

Hasta la brecha entre la salud y las facultades respectivas resulta insuficiente si no sabemos o tenemos un concepto real de la salud, su estabilidad y el costo y de manera total y no parcial.