Impuestos e inversión pública
Los reclamos que se hacen ante los gerentes evasores tienen respuesta contundente, no le gusta, no hay negocio. En fin, tenemos tantos ignorantes y sinvergüenzas que en su osadía piensan que la renta no hace verificación mediante el uso de nuevas tecnologías de información.
No puede existir doble contabilidad, los delincuentes deben ser sancionados previa advertencia y posibilidad de enmendar sus errores. Tenemos una ley anticorrupción y otra que combate la discriminación, resaltando que la evasión mañosa y la malversación de fondos públicos deben tener castigo severo y rehabilitación del compromiso social para generar equidad o justicia social que tanta falta nos hace para mejorar nuestros indicadores de pobreza y desarrollo humano. Es evidente que la improvisación y corrupción históricas se han institucionalizado. Empero, no podemos seguir encaminando el concepto de la “viveza mestiza” asociada al enriquecimiento ilícito. La recaudación y la inversión nos obligan a pensar en la formalización de la economía, debemos tener paciencia y sobre todo encaminar procesos conciliatorios que permitan mejorar la liquidez de nuestra economía con compromiso poblacional y visión estructuralista destinada a buscar la eficiencia y eficacia de la inversión pública dinamizadora de factores relevantes que impulsen la inversión privada nacional y extranjera.